¿Te sientes agotado, desconectado o indiferente en el trabajo? Podrías estar viviendo el burnout, un agotamiento mental, físico y emocional que va más allá del cansancio habitual.
La Organización Mundial de la Salud ya clasificó este síndrome como un “fenómeno ocupacional”, causado por estrés extremo y prolongado. No solo limita tu rendimiento laboral, también impacta tu vida personal y tu salud.
El burnout se desarrolla lentamente, a veces tan silencioso que no lo detectas hasta que el daño es evidente. Factores como una alta carga emocional combinada con responsabilidades urgentes elevan el riesgo.
Los síntomas físicos incluyen problemas gastrointestinales, presión arterial alta, frecuentes enfermedades, dolores de cabeza, trastornos de sueño y cambios en el apetito. En lo mental, aparecen dificultades para concentrarse, tristeza, sensaciones de fracaso, pérdida de interés e incluso pensamientos suicidas.
El comportamiento también cambia: se pierde compromiso, aumenta el aislamiento, la procrastinación, el uso de alcohol o drogas para sobrellevar la situación y faltas o retrasos en el trabajo.
Diego Sánchez Gelós, médico del Hospital de Clínicas de la Universidad de Buenos Aires, insiste en que “padecer este síndrome no es una falla personal”, sino la respuesta de un cuerpo al exceso de exigencia.
“El primer paso es pedir ayuda, el segundo, hacer pequeños cambios sostenidos”, dice Sánchez Gelós.
El portal Psychology Today recomenda pausas frecuentes, técnicas de relajación, diálogo interno positivo y, de ser posible, modificar la rutina o el entorno laboral para reducir el estrés.
Identifica pronto las señales para evitar un colapso mayor. El burnout no es sólo un problema laboral, es una amenaza real para la salud integral.
