Donald Trump lanzó un ataque frontal contra la ONU en su discurso ante la Asamblea General el 23 de septiembre, calificando a la organización como un “lugar de parlotte inútil” y criticó su incapacidad operacional hasta en detalles triviales como un escalator parado durante su entrada y un teleprompter fallido.
El expresidente estadounidense acusó a la ONU de actuar contra los intereses de sus principales contribuyentes. Señaló que la organización financió irregularmente la entrada ilegal de migrantes a Estados Unidos, calificando estas llegadas masivas como una verdadera invasión comparable a la caída del Imperio romano.
Trump reclamó una política migratoria más estricta por considerar que gran parte de los migrantes ilegales no tienen intención de integrarse y representan una carga criminal, una amenaza directa a la seguridad occidental.
Sobre el cambio climático, calificó la lucha contra el CO2 impulsada por la ONU como la “mayor estafa histórica”, criticando el costo económico que paga Europa sin impacto real en emisiones globales, en especial frente al aumento descontrolado en China, principal emisor mundial.
En su análisis energético, calificó a la energía eólica y solar de ineficientes y caras, e hizo hincapié en la dependencia europea de tecnología china en este sector.
Rechazo a Hamas y firmeza contra Rusia
En materia de conflicto, Trump recordó el ataque del Hamas contra Israel, que causó 1200 muertos y 250 secuestrados, acusando a la ONU de ignorar la naturaleza terrorista del grupo y la imposibilidad de una paz real sin erradicar esa amenaza.
Sobre Ucrania, mostró su frustración con Vladimir Putin y la hipocresía europea, que mientras pide ayuda militar a Estados Unidos mantiene compras de gas ruso que financian la guerra. Según Trump, esta duplicidad debe acabar.
Alertó que un apoyo militar unificado de la OTAN, con un compromiso aumentado al 5 % del PIB para defensa y suministro de armas a Ucrania, puede convertir la guerra en un desgaste letal para Rusia, que él calificó de “tigre de papel”.
También planteó el riesgo de que Rusia se convierta en un satélite chino tras un posible traslado de decenas de millones de chinos a Siberia para explotar sus recursos, un escenario que Europa y Occidente deben evitar a toda costa.
Trump anticipó que buscará con aliados europeos reducir la dependencia energética de Rusia mediante fuentes alternativas, dispuesto a imponer sanciones severas y ampliar las penalizaciones a países que comercien con Moscú.
Finalmente, el expresidente pidió reformas profundas en la estructura y doctrina de la ONU, denunciando su deriva autoritaria, socialista y antioccidental que beneficia gobiernos corruptos y frustran la verdadera cooperación internacional.
El discurso ha reavivado el debate sobre el futuro de la ONU y sus políticas en medio de la compleja coyuntura global, con amenazas simultáneas en Medio Oriente, Europa del Este y la crisis climática.
