Antonio Garamendi, presidente de la CEOE, volvió a levantar polémica esta semana con una pregunta que pone en tela de juicio las horas de trabajo que realmente ejerce Carlos Alcaraz, el tenista número uno del mundo. “¿Tú crees que Carlitos trabaja 37 horas y media a la semana?”, lanzó Garamendi, desafiando implícitamente la percepción general sobre la jornada laboral estándar.
El sindicalista patronal sostiene que comparar la actividad económica tradicional con la de un deportista de élite como Alcaraz es simplista. De hecho, calculando los premios acumulados por el murciano –más de cien millones de euros– y dividiéndolos entre su edad, Garamendi señala que el tenista gana alrededor de 14.000 euros por hora desde que nació, una cifra inalcanzable para cualquier trabajador español.
Pero el presidente de la CEOE también cuestiona el modelo económico: ¿debería España aplicar un “plan Draghi” que incentive a los trabajadores con su propia raqueta de tenis? Garamendi pone en duda la lógica de pagar solo por objetivos cuando solo un jugador puede ganar un torneo como Roland Garros.
Además, el contraste con su propio salario resalta la discusión: Garamendi cobra alrededor de 400.000 euros anuales con coche oficial y un ritmo de trabajo que él mismo reconoce menos intenso que ganar un Grand Slam.
La crítica subyacente apunta a la envidia del entorno empresarial hacia la facilidad con la que Alcaraz acumula ingresos en comparación con el trabajo cotidiano. Garamendi también admite la presión de adaptarse a nuevos retos, como la inteligencia artificial, que puede cambiar el futuro del empleo y la gestión empresarial.
El debate no solo involucra salarios y productividad. Se ha colado en una controversia política y social, especialmente tras referencias a figuras como Yolanda Díaz o Elon Musk, poniendo en relieve la brecha entre generaciones y modelos laborales en España. Las comparaciones con Musk, quien gana en un minuto lo que Garamendi en un año, subrayan la desigualdad de ingresos en la era moderna.
Fuentes del sector recuerdan que Garamendi intenta con sus preguntas promover una reflexión sobre el trabajo y la remuneración, aunque lo haga con métodos polémicos y modelos poco aplicables a la mayoría de los 22 millones de trabajadores españoles.
Por último, el artículo satírico señala que, a diferencia de los empresarios millonarios, Garamendi aún no ha perdido la batalla contra la percepción pública de que su trabajo es menos productivo que jugar tenis, mientras que la presidencia de la CEOE puede verse amenazada en el futuro por automatización y chatbots.
El debate continúa abierto en un país que busca afianzar modelos económicos justos y adaptados a los tiempos, mientras la figura de Carlos Alcaraz sigue como símbolo de éxito y rendimiento desproporcionado.
