La oposición en Costa de Marfil llega fracturada a la elección presidencial del 25 de octubre. Frente a un Alassane Ouattara que parte como claro favorito para un cuarto mandato, sus rivales no logran unirse.
Entre los cuatro candidatos rivales destacan dos figuras clave: Simone Ehivet Gbagbo, ex primera dama y símbolo de resistencia frente al poder establecido, y Jean-Louis Billon, ex ministro de Comercio, diputado y disidente del histórico PDCI. Ambos buscan no solo arañar votos, sino convertirse en el líder natural que aglutine el voto opositor disperso.
El reto es enorme. Sin una alianza clara antes del primer turno, la oposición difícilmente podrá competir contra la maquinaria política y electoral que respalda a Ouattara y su partido, el Rassemblement des houphouëtistes. La falta de unidad alimenta un escenario donde el presidente actual parece irreversible.
Billon representa a una línea más tradicional dentro del sistema político, intentando capitalizar el descontento interno del PDCI. Mientras tanto, Simone Gbagbo intenta levantar la bandera de la renovación y la ruptura frontal con el régimen actual, apuntando a movilizar a sectores más críticos y jóvenes.
Fuentes dentro de la oposición reconocen que la pelea entre ambos reduce las chances reales de desbancar a Ouattara. Sin un acuerdo, la dispersión de votos se mantiene como el principal obstáculo.
La campaña electoral entra en su recta final y la incógnita sobre quién logrará liderar y unificar al mundo opositor mantiene en vilo a analistas y seguidores locales e internacionales.
El 25 de octubre marcará si la oposición logra dejar atrás sus divisiones o confirma la continuidad interminable del poder de Ouattara.
