Varios grupos políticos impulsan la creación de nuevos partidos para competir en las elecciones federales del 2027, pero enfrentarán estrictas nuevas reglas que complican su registro y operación.
El primer filtro es reunir al menos 256 mil firmas de ciudadanos sin afiliación partidista y celebrar 200 asambleas distritales antes de mitad de enero para obtener registro condicionado. Muchos están apenas “a la pepena” de militantes.
El proceso se vuelve más complicado con la reforma electoral que busca eliminar o reducir el subsidio público que reciben los partidos, además de desaparecer las diputaciones y senadurías plurinominales. También se plantea prohibir la reelección consecutiva en cargos de elección popular.
Estos cambios pueden desanimar a quienes han perdido espacio en partidos tradicionales o que ya militan en varios organismos, y que ahora intentan iniciar una nueva fuerza política para buscar poder y financiamiento.
Para conservar el registro, los nuevos partidos deberán alcanzar al menos el 3% de la votación total en las urnas, una barrera que suele dejar sin registro a muchos de ellos tras el primer intento electoral.
Además, varios partidos han desaparecido por malos resultados recientes, lo que impulsa a sus excadres a intentar reagrupaciones y nuevas franquicias, sin garantía de éxito.
El Instituto Nacional Electoral (INE) supervisa y avala estos procesos, pero advierte que la proliferación de partidos ya no contará con facilidades presupuestales ni privilegios políticos como antes.
La gran incógnita ahora es cuántos de estos proyectos lograrán no sólo el registro sino consolidarse en la arena política con un electorado que los vea distintos de los partidos históricos.
