Con siete décadas en pie, el restaurante La Perla es una institución de la gastronomía cordobesa que resiste los vaivenes económicos y sociales del país. Fundado en 1955 por la familia Antonacci en Avenida Emilio Olmos 265, el negocio empezó como un bar pequeño que creció hasta convertirse en un emblema local.
La fama del lugar se cimentó a fines de los años 60 gracias a una cocinera apodada Rosita, quien introdujo la preparación de milanesas gigantes con corte longitudinal de nalga, un método que revolucionó el plato clásico y le dio identidad propia al restaurante.
En 1993, el control pasó a Sabas, Guillermo y Alejandra, que reforzaron la marca y lanzaron una expansión vía franquicias desde 2001, llegando a tener unas 15 sucursales no solo en Córdoba sino también en otras provincias y en el norte argentino.
La expansión se extendió incluso a Chile en 2015 bajo el nombre “Milá”, con tres restaurantes en Santiago. Pero la pandemia de Covid-19 fue un golpe fuerte: la caída de ventas llevó al cierre de franquicias en Argentina y a la venta de locales chilenos, que no pudieron sostener la estructura solo con delivery.
Hoy, La Perla mantiene su local original en Córdoba con capacidad reducida a unas 200 personas, lejos de los 600 que podía albergar antes. El compromiso con la calidad y lo casero sigue firme, junto a un ambiente que une generaciones de familias en torno a sus platos abundantes.
El menú ofrece 15 variedades de milanesas, con la “Milagrosa” como plato estrella: combina salsa de tomate, mozzarella y huevo frito en un kilo de carne que suele compartir entre tres o cuatro personas, acompañada generalmente de papas fritas.
Innovando en el servicio, desde hace poco incorporaron un robot que ayuda a llevar las órdenes desde la cocina, un hecho único en la ciudad que agiliza la atención sin reemplazar a los mozos humanos.
Entre el plantel destaca “Tatú”, camarero histórico que volvió tras una jubilación por invalidez, simbolizando la fuerte conexión emocional que el lugar genera con empleados y clientes. La Perla es más que comida, es un punto de encuentro para cordobeses de todas las edades.
A pesar de la crisis del sector gastronómico en Argentina, sus dueños mantienen una mirada optimista hacia el futuro, apostando a que la tradición y la calidad sigan siendo las claves para sobrevivir y crecer.
