El gobierno británico mantiene una actitud de negación frente al creciente número de adultos en edad laboral que están fuera del mercado de trabajo, pese a la alarma de empresas y expertos.
Emma Revell, directora de asuntos externos del Centre for Policy Studies, ha denunciado que las políticas actuales, como las Subidas al National Insurance y la próxima Employment Rights Bill cargada de medidas sindicales, encarecen aún más el empleo dificultando la creación y el mantenimiento de puestos de trabajo.
Según datos compartidos esta semana, el 2025 será el año más caro para contratar a un trabajador con salario mínimo en Reino Unido, debido a los ajustes fiscales y regulatorios introducidos en el último presupuesto. Esta situación ahoga a las empresas que de por sí ven cómo aumentan sus costes diarios.
El panel organizado durante la conferencia conservadora en Manchester, con figuras como el secretario de negocios de la oposición Andrew Griffith y consultores, coincidió en tres puntos clave para revertir la tendencia: estabilidad fiscal y regulatoria, menos regulaciones, y un cambio cultural que valore el trabajo y la riqueza sin demonizar el éxito o el fracaso.
Andrew Griffith: “Queremos reducir el número de reguladores, construir un entorno de negocios donde se pueda planificar a largo plazo y no añadir regulaciones nuevas hasta que la economía esté en mejor forma.”
En un país donde la cultura de trabajo y riesgo es mucho más cautelosa que en Estados Unidos, estas voces reclaman que los empresarios británicos puedan conservar más de sus ganancias para fomentar la inversión y el emprendimiento.
Por otro lado, la preocupación por el aumento de la inactividad laboral y la ‘trampa de beneficios’ también estuvo sobre la mesa. Matthew Elliott, presidente de The Jobs Foundation, presentó su informe Ladders of Opportunity, que identifica empresas que están creando caminos para que jóvenes, veteranos, mayores y personas atrapadas en beneficios sociales consigan empleo. La fundación calcula que con apoyo público y privado se podrían crear hasta 2 millones de nuevos empleos.
Pero mientras estos actores pugnan por un cambio, el gobierno parece paralizado por resistencias internas y el miedo político a reformas profundas. Un ajuste mínimo en beneficios desencadenó protestas entre sectores sociales y parlamentarios del propio Partido Conservador, vetando cualquier avance significativo a corto plazo.
Las voces de negocios y expertos coinciden en que sin medidas drásticas y una voluntad real de impulsar la actividad económica basada en el empleo, el futuro del crecimiento británico se verá comprometido.
