El gobierno británico prepara una revisión radical del sistema de compra de fármacos del NHS para contener la fuga de inversión de grandes farmacéuticas.
Según fuentes de Politico, el plan apunta a elevar hasta un 25% el umbral que define si un medicamento es coste-efectivo para el sistema público, una barrera clave que hoy fija en £30,000 por cada año de vida de calidad ganada al paciente.
Esta medida responde a la cancelación y pausa de varios proyectos de inversión por parte de gigantes como Merck y GSK. Un caso emblemático fue la paralización por parte de Merck del centro de investigación en King’s Cross, valorado en £1.000 millones.
GSK anunció además una inversión millonaria de $30.000 millones en Estados Unidos, interpretada como un rechazo al actual régimen de precios británico. AstraZeneca, la segunda mayor empresa británica en bolsa, también anunció que baraja detener planes en el Reino Unido si el gobierno no cambia las normas “aplastantes” que afectan a los precios.
La presión de Washington también se siente en este movimiento. La Casa Blanca, a través de Donald Trump, ha criticado que las farmacéuticas aprovechan reglas más laxas en EE.UU para reducir precios en Europa, y amenaza con imponer aranceles de hasta el 100% a importaciones de fármacos si no hay inversiones en plantas estadounidenses.
Patrick Vallance, ministro de Ciencia y exejecutivo de GSK, admitió recientemente que subir el precio máximo de los medicamentos será “una parte necesaria” para detener la pérdida de inversión.
El debate se ha enquistado en el Gobierno. El NHS rechaza ajustar su presupuesto, que ya recibió un aumento histórico este año, y Hacienda niega margen para subir impuestos extra antes del próximo presupuesto.
Por ahora, el Gobierno no ha ofrecido comentarios oficiales sobre el plan. La revisión podría ser el mayor cambio en las reglas de adquisición de medicamentos del NHS en décadas, con impacto directo en la capacidad del Reino Unido para retener su posición global en la industria biotecnológica y farmacéutica.
