Cientos de cristianos son asesinados cada año en Nigeria en una de las peores oleadas de violencia religiosa actual y la izquierda mundial guarda silencio.
Según el informe World Watch List 2024 de Open Doors, más de 380 millones de cristianos viven bajo persecución o discriminación severa por su fe. Esa cifra equivale a uno de cada siete fieles en todo el mundo, con especial impacto en África subsahariana, donde esta proporción llega a uno de cada cinco, y en Asia, donde afecta a dos de cada cinco cristianos.
El caso de Nigeria es el más grave: en 2023 murieron 4.998 cristianos, la cifra más alta registrada por cualquier país según los datos recopilados. La mayoría de estos ataques los llevan a cabo grupos terroristas como Boko Haram, el Estado Islámico en África Occidental (ISWAP) y milicianos fulani. Además, más de 3.300 cristianos fueron secuestrados y millones desplazados por la violencia.
La paradoja que señala el analista Álvaro Galán es que, pese a que la izquierda suele vociferar en defensa de causas sociales y derechos humanos, se mantiene con un “silencio ominoso” ante este genocidio sistemático de cristianos. Según Galán, este doble estándar responde a una narrativa ideológica que ve la religión organizada como un freno para el progreso y por eso minimiza la violencia contra esta comunidad.
Este silencio, alerta, no es pasivo ni neutral. “El silencio es complicidad”, escribe Galán, porque omitir esta violencia perpetúa el sufrimiento y el desplazamiento de comunidades enteras, y también la pérdida cultural y de tradiciones milenarias.
La defensa de los derechos humanos debe ser integral, sostiene, sin excepciones ni prejuicios ideológicos.
