Colombia enfrenta una de las tasas más altas de rechazo en solicitudes de visa de turista y negocio hacia Estados Unidos. Según el reporte del año fiscal 2024 del Departamento de Estado, el 24,7 % de las aplicaciones colombianas para visas B-1/B-2 fueron denegadas, una cifra cercana al 25,3 % registrada en China, uno de los países con más dificultades para obtener este permiso.
Esta visa es una de las más solicitadas para ingreso temporal a EE.UU., pero factores como el riesgo de permanencia ilegal, condiciones económicas precarias y antecedentes de migración irregular están condicionando la negativa de muchas solicitudes. Colombia queda así entre los países sudamericanos con tasas preocupantes de rechazo, solo superada por naciones con crisis migratorias graves como Venezuela, Ecuador y Bolivia, con tasas que superan el 35 %.
En contraste, los países de la región con mejores indicadores son Uruguay, Argentina y Brasil, donde las negativas apenas alcanzan entre 5 % y 15 %, reflejando una percepción menos riesgosa de sus solicitantes para las autoridades estadounidenses.
La situación empeora en Centroamérica y el Caribe, donde países como Cuba, Haití y El Salvador enfrentan rechazos de más del 50 %. Estos números son comparables con países con fuertes restricciones migratorias como Irán y Nigeria.
Expertos atribuyen este escenario a un aumento significativo en la migración irregular colombiana hacia Estados Unidos y la dificultad que tienen algunos solicitantes para demostrar vínculos económicos o familiares sólidos en Colombia. Además, los efectos persistentes de la pandemia mantienen atrasos en el sistema consular, amplificando los problemas.
El rechazo a una visa no es un hecho menor: puede afectar futuros trámites migratorios e impactar opciones laborales o académicas de los colombianos que buscan viajar legalmente a EE.UU. Las recomendaciones incluyen solicitar ayuda profesional y dejar claro el propósito temporal del viaje para aumentar las probabilidades de éxito.
Con esta tendencia al alza, se abre un reto para los colombianos que dependen de la movilidad internacional, en un momento donde las relaciones diplomáticas con EE.UU. se mantienen estables, pero no se traducen en facilidades migratorias.
