Estados Unidos tomó un rol central en las negociaciones financieras con Argentina, donde se define una posible línea de swap de hasta US$20.000 millones para apuntalar al Banco Central, confirmaron fuentes cercanas al proceso.
El economista Brad Setser, exsubsecretario adjunto del Tesoro durante la gestión Obama y asesor reconocido en crisis argentinas, cuestionó desde Washington el rescate financiero impulsado en su momento por Donald Trump y criticó la política económica actual del Gobierno de Javier Milei.
Setser participó en entrevistas que reflejan la complejidad de las negociaciones encabezadas por Scott Bessent, secretario del Tesoro estadounidense, y el equipo argentino liderado por Luis Caputo. Según indicó, la última propuesta incluye no solo swaps, sino también compras de bonos y créditos stand by, pero Argentina necesita liquidez inmediata en dólares.
El principal escollo para avanzar es la situación política en Estados Unidos. Setser destacó que el gobierno “está técnicamente cerrado” y que millones de ciudadanos no reciben sus pagos federales, un factor que retrasa el desembolso.
El riesgo más grande para Washington es que un préstamo masivo se utilice rápidamente para intervenir en el mercado cambiario, una estrategia que podría fracasar y desatar una fuerte devaluación del peso con inflación disparada.
El dilema del tipo de cambio
Setser recordó la experiencia de México en 1995, donde una devaluación controlada fue necesaria para evitar un colapso. Sin embargo, advirtió que un ajuste cambiario “flexible” encarece los precios y alimenta la inflación en el corto plazo, un costo que el país tendría que asumir.
Hasta ahora, las negociaciones también consideran que un apoyo financiero efectivo debe ayudar a crear dólares genuinos en la economía argentina y no solo sostener intervenciones fallidas en el mercado.
En conclusión, Argentina está al borde de una decisión crítica: aceptar un paquete financiero que podría estabilizar el Banco Central o enfrentar una depreciación caótica, mientras Washington analiza la compleja escena política doméstica que condiciona el envío de fondos.
Los próximos días serán decisivos para definir no solo el tipo de ayuda y su monto, sino el futuro inmediato del peso, la inflación y la credibilidad de un esquema económico que atraviesa uno de sus momentos más frágiles desde 2001.
