Las cuatro semanas de desfiles de moda primavera-verano 2026 acaban y marcan una ruptura total en el mundo del lujo. De Nueva York a París, una ola de nuevas direcciones artísticas sacude las principales casas, generando una transformación inédita en dos décadas.
Al menos diez grandes debuts impulsaron la euforia entre críticos y público. Arrancando en lo alto, Jonathan Anderson presentó su primera colección femenina para Dior tras su línea masculina en junio. A sus 41 años, trazó un Dior del siglo XXI que mezcla minifaldas escocesas, volúmenes exagerados y una reinterpretación puntera del famoso traje Bar de 1947.
En Chanel, Matthieu Blazy, designado en diciembre, reavivó la casa con piezas masculinas redefinidas y colaboraciones inéditas, como la camisa larga masculina con Charvet, un golpe maestro para la rue Cambon. Su primera colección, cargada de referencias clásicas pero con un giro audaz, incluye la transformación del emblemático bolso 2.55 en casi obra de arte.
En Milán, Louise Trotter tomó las riendas de Bottega Veneta, imprimiendo un lujo severo y poético con volúmenes potentes y abundancia de cuero trenzado “intreciatto”. Su colección se mueve entre la sobriedad y la experimentación, con prendas que van desde abrigos de plumas hasta superposiciones sorprendentes.
Pierpaolo Piccioli, ahora al frente de Balenciaga, despliega una mezcla de alta costura y funcionalidad realista tras la etapa de Demna. Su primera colección evita el estallido callejero anterior para apostar por siluetas inspiradas en los archivos de Cristóbal Balenciaga, con bombers de cuero, bermudas y accesorios retrofuturistas.
En Gucci, la llegada de Demna en marzo generó expectativas altas que respondió con “La Famiglia”, una serie de personajes emblemáticos de la sociedad italiana actual y tradicional. El diseñador georgiano combina la elegancia clásica con una sensualidad implícita, recuperando códigos históricos y detalles como el patrón GG y la influencia del glamour modernizado.
Los neoyorquinos Jack McCollough y Lazaro Hernandez debutaron para Loewe con una propuesta vibrante y accesible. El cuero con efecto trompe-l’œil domina en colores eléctricos como el verde, el naranja o el azul piscina, acompañando a prendas versátiles como polos oversize y vestidos en silueta de reloj de arena.
Otros movimientos notables incluyen el regreso de Simone Bellotti a Jil Sander, la colección que sorprendió a todos de Glenn Martens para Maison Margiela y el contagioso estilo ecléctico de Duran Lantink en Gaultier París. También destacan Dario Vitale en Versace y la segunda colección aplaudida de Michael Rider para Céline.
Esta temporada ha dejado claro que el relevo generacional y las nuevas visiones esculpen una nueva era para la moda de lujo, con pilares históricos reinventándose sin perder identidad pero mirando firme al futuro.
La primavera-verano 2026 no solo presenta ropa: anuncia un cambio profundo, donde creatividad y dirección fresca son las claves para la supervivencia y el dominio en el universo del lujo.
