Israel y Hamás alcanzaron un acuerdo para una primera fase de alto el fuego en Gaza, según anunció Donald Trump la noche del miércoles. El pacto contempla el cese de bombardeos y la liberación de rehenes, así como la entrada de alimentos a la asediada Franja de Gaza.
Tras dos años soportando una campaña que muchos califican como genocidio continuado, esta pausa en las hostilidades representa un alivio inmediato para la población civil, atrapada y masacrada bajo el conflicto. Sin embargo, expertos consultados expresan escepticismo sobre el alcance real y la duración de este alto el fuego.
Javier Biosca, jefe de Internacional de elDiario.es, y la periodista especializada en Oriente Medio Olga Rodríguez coinciden en que, a pesar de la aparente tregua, el acuerdo parece más un paso hacia el sometimiento de Palestina que una solución definitiva. La maniobra podría interpretarse como la certificación de una derrota palestina tras años de violencia.
El acuerdo se produce en un contexto tenso y desgastante para la población palestina, que ve cómo las bombas cesan por ahora, pero también teme que esta tregua no suponga un cambio profundo en la dinámica del conflicto ni una señal de esperanza a largo plazo.
La situación humanitaria en Gaza sigue siendo crítica tras años de bloqueo y bombardeos. El acceso limitado a alimentos y medicinas ha agravado la crisis. Por ahora, el anuncio incluye la entrada de ayuda humanitaria en corto plazo, pero la comunidad internacional sigue pendiente de que el acuerdo se respete y se traduzca en un cambio tangible.
El episodio refleja las complejidades de la guerra y la diplomacia en Oriente Medio, donde las treguas suelen ser frágiles y el futuro, incierto. La población civil sigue siendo la que más paga el precio.
