El Consejo Departamental de Haute-Garonne lleva seis años eliminando los urinarios y dividiendo en cabinas las sanitarios escolares, dejando a los centros la opción de convertirlos en baños mixtos. La medida provoca debate, especialmente tras la reciente polémica en el colegio Vincent-Auriol de Revel, donde se implementaron baños mixtos el pasado curso.
Vincent Gibert, vicepresidente del Consejo a cargo de educación, explicó a Voix du Midi Lauragais que esta política forma parte de todas las obras nuevas o renovaciones y también de las solicitudes que hagan los propios colegios. Sin embargo, la decisión de que los baños sean mixtos o no queda a discreción de la dirección del colegio.
En el marco de un experimento lanzado por el departamento, los colegios Jean-Gay en Verfeil y Jules-Ferry en Villefranche-de-Lauragais adoptaron esta fórmula en 2023 y 2024 respectivamente. Según Gibert, el propósito principal no es responder solo a demandas de estudiantes LGTB+, sino reforzar la igualdad de género y prevenir el acoso escolar.
Para limitar el contacto entre alumnos de cursos distintos, los centros separan los bloques sanitarios por niveles: uno para seisième y cinquième, otro para quatrième y troisième. Esto, dice Gibert, forma parte de una estrategia para evitar el acoso y aumentar la vigilancia en estos espacios.
El funcionario reconoce que el cruce entre chicos y chicas en plena pubertad puede generar comentarios o comportamientos inapropiados, pero sostiene que esos riesgos existen en cualquier parte del colegio y que no se han registrado incidentes vinculados a la nueva organización de los baños.
La polémica también llegó al Parlamento francés. Thibault Bazin, diputado de Los Republicanos de Meurthe-et-Moselle, cuestionó el 16 de enero de 2024 al ministro de Educación sobre la posible amenaza que suponen estos baños “sin separación por sexo” para la intimidad de adolescentes en plena pubertad.
El Ministerio respaldó la iniciativa, citando riesgos en la violencia sexista, sexual y LGBTfóbica, y la necesidad de respetar las identidades de género y atender a jóvenes LGBT en espacios íntimos.
Gibert insiste en que la clave es que esta opción siga siendo facultativa y consensuada para no generar rechazo entre la comunidad escolar. También asegura haber recibido “muy buenos” comentarios de directores y alumnos tras la implementación.
“Menos espacios donde la gente se agrupa es igual a más tranquilidad,” afirmó Gibert, y añadió que las objeciones suelen basarse en convicciones personales o religiosas.
Finalmente, el Consejo se mantiene abierto a revertir la fórmula donde cause problemas, reafirmando la importancia de un diálogo interno en cada establecimiento.
Este movimiento en Haute-Garonne forma parte de una tendencia creciente en Francia que busca cuestionar las normas tradicionales de género, pero sigue generando debates entre padres, docentes y políticos sobre privacidad, seguridad y respeto a la diversidad.
