Los rumores de un divorcio millonario entre Michelle Obama y Barack Obama emergen con fuerza esta semana. Según reportes, su matrimonio de 33 años estaría al borde de un quiebre definitivo, con un posible acuerdo valorado en 70 millones de dólares (£52,64 millones).
Fuentes cercanas aseguran que la ex Primera Dama ha perdido la paciencia con su esposo, y que la relación está “más rota que nunca”. Uno de los detonantes que señala la prensa es la creciente distancia entre ambos, incluso en público, donde su comunicación es limitada y forzada.
Un informante declaró a Radio Online que lleva tiempo observando cómo los Obama han optado por vidas separadas: Barack se centra en la política en la costa Este de EEUU, mientras Michelle se refugia en California, impulsando su productora Higher Ground Productions.
La tensión se evidenció a principios de año cuando Barack asistió solo a eventos clave, como el funeral del expresidente Jimmy Carter y la toma de posesión del presidente Joe Biden, sin la compañía de Michelle. Además, la ex Primera Dama viajó sin él a Hawái e Italia, donde disfrutó con celebridades como Tom Hanks y Rita Wilson, antes de abordad el superyate de Steven Spielberg, valorado en 250 millones.
En 2022, Michelle reconoció públicamente que hubo una década donde “no podía soportar” a Barack, un dato que cobra actualidad ante estos reportes. La creciente frustración se habría intensificado por el desequilibrio en las cargas familiares y el enfoque de Barack en su carrera política.
Expertos en lenguaje corporal han analizado fotos recientes de la pareja, calificando su actitud de tensa y distante, lo que alimenta la ola de especulaciones en medios.
Una pareja en mundos distintos
Con sus hijas Malia y Sasha ya adultas, la pareja enfrenta la etapa de “nido vacío” que, según fuentes, ha acentuado aún más la brecha emocional entre ellos. Michelle concentra energías en sus proyectos audiovisuales y Barack en sus actividades políticas en Washington.
Los testimonios apuntan a que viven “dos vidas paralelas” y que la estabilidad que mostraban al público es solo la “fachada” de un matrimonio al límite. A pesar del ruido mediático, ninguno de los dos ha confirmado, ni desmentido, las versiones. Pero la fuente finaliza: “están al borde del divorcio”.
Este movimiento, de concretarse, sería uno de los golpes más inesperados para la pareja presidencial que marcó una era en la política y la cultura de Estados Unidos, reflejando también cómo la presión pública y los años en el ojo público pueden afectar al matrimonio.
