En una conversación en el sur de Estados Unidos, el agricultor Will Harris, pionero en agricultura regenerativa, explicó la compleja realidad de su vínculo con los animales en la finca White Oak Pastures en Georgia. Enfrentar preguntas como “¿Cómo pueden matar animales?” le recordaron que la mayoría sólo entiende su relación con mascotas, no con el ciclo completo de la vida rural.
Will enfatizó su responsabilidad no solo con vacas, cerdos y pollos, sino también con la fauna y flora que conviven en sus tierras. Mantener ese equilibrio es su misión diaria. Mollie Engelhart, una agricultora de Texas, compartió sus propias vivencias sobre las decisiones difíciles: cuándo enviar un animal al matadero o conservar a una vaca para reproducción. La lógica pasa antes que el sentimentalismo.
En el rancho de Texas, temperaturas que superan los 40 °C afectan a los animales. Visitantes sin experiencia cuestionan detalles como el agua tibia o dónde duermen los perros guardianes, sin entender que estos animales llevan vidas activas y libres, opuestas a las mascotas urbanas.
Joel Hollingsworth, ganadero en Oklahoma, explicó que citadinos confunden el bienestar con la inmovilidad de sus vacas en los pastos, llegando a llamar a protección animal pensando que están enfermas. Para los agricultores, la vida y la muerte son partes constantes y necesarias del trabajo diario.
Los animales en las granjas cumplen múltiples roles: alimento, ingresos, control de malezas y fertilidad de la tierra, además de compañía. No todos pueden quedarse, como un verraco poco fértil, por afecto que se le tenga. La familia de Engelhart también vive esta realidad. Su hija de 8 años se despidió de “Oreo”, una cerdita criada en casa, mostrando que la enseñanza sobre el ciclo de vida y sacrificio empieza temprano.
Entre la vida, la muerte y la sostenibilidad
Will Harris reconoce que enviar terneros al matadero es parte de un ciclo continuo donde “la vida foisona”. Critica los refugios de animales donde los animales, esterilizados y atrapados, no prosperan ni reproduciéndose ni en la fertilidad del suelo. Para él, la muerte no es un fracaso sino un componente vital del renuevo y la fertilidad.
La agricultora Engelhart reflexiona sobre su vaca Ona, que pronto será sacrificada, preguntándose si su legado y aportes a la tierra y a la comunidad fueron en vano. Sus crías adaptadas siguen vivas, demostrando que la vida en una granja es un ciclo interdependiente de nacimiento, crecimiento y fin.
En definitiva, la relación con los animales en la agricultura no es sentimental ni simplista. Va de la responsabilidad con el ecosistema, la sobrevivencia y la sostenibilidad a largo plazo, enfrentando con pragmatismo las exigencias de la vida real en el campo.
