Los delitos informáticos reportados en Argentina aumentaron un 21,1% y las estafas online, el phishing y el robo de identidad se consolidan como las amenazas más frecuentes, según la Unidad Fiscal Especializada en Ciberdelincuencia (UFECI).
En promedio, las personas recuerdan entre cinco y siete contraseñas, pero manejan entre 70 y 100 cuentas. Esto genera hábitos riesgosos como reutilizarlas o guardarlas en lugares inseguros. Apenas el 12% usa contraseñas únicas para cada aplicación, mientras que la mitad de las apps todavía dependen solo de contraseñas.
Adam Winston, CTO de WatchGuard Technologies, alerta que aunque las contraseñas valen poco en la dark web, el acceso a datos bancarios o archivos corporativos puede significar miles de dólares para los atacantes. Las contraseñas siguen siendo la principal puerta para robar información sensible.
Frente a este escenario, la biometría gana terreno. Huellas dactilares, reconocimiento facial y escaneo del iris son los métodos más usados para identificar usuarios. Sherry Stein, directora de Tecnología para América en la empresa suiza SITA, asegura que el escaneo del iris es el más confiable, mientras que el rostro es el que mejor se condice con documentos oficiales.
Sin embargo, en accesos financieros las contraseñas complejas con números y símbolos siguen predominando. Jeremy Fuchs, de Check Point, recomienda desconfiar de apps que pidan permisos innecesarios y siempre descargar desde tiendas oficiales para evitar fraudes.
La inteligencia artificial complica aún más la seguridad: los atacantes usan IA para descifrar contraseñas basadas en datos personales y crear sitios falsos y correos de phishing con imágenes, textos y hasta voces generadas que engañan a las víctimas.
En este contexto, la recomendación es clara: usar gestores de contraseñas que encripten la información y combinar esto con biometría para bloquear intentos de acceso ilegítimo. Además, mantener aplicaciones y sistemas actualizados para reducir vulnerabilidades.
