Rachel Reeves, la ministra de Hacienda británica, confirmó que las familias más acomodadas tendrán que “contribuir más” en el próximo presupuesto, previsto para el 26 de noviembre. La medida busca cerrar un déficit de £20-30 mil millones en las finanzas públicas sin recortar el gasto ni aumentar la deuda.
Fuentes del Tesoro dijeron a The Telegraph que la ministra rechazará reducir el gasto público o incrementar significativamente el endeudamiento. Eso deja los impuestos como la única vía viable para cuadrar las cuentas y mantener la inversión en servicios públicos. Un portavoz aseguró que Reeves “será justa pidiendo más a quienes más tienen para reconstruir los servicios”.
El Tesoro confirmó que habrá “decisiones difíciles” para proteger la estabilidad económica, pero que no se volverá a la austeridad. “Pedir más deuda pondría en riesgo las finanzas y cargaría deuda a futuras generaciones. Volver a la austeridad condenaría al país al declive”, dijeron.
El foco se pone en impuestos sobre la riqueza, propiedad, herencias e inversiones, evitando castigar a las familias trabajadoras. Se estudian subidas que incluyen bienes inmuebles y ganancias de capital.
Sin embargo, un análisis de la HMRC complica la reforma: un aumento del impuesto a ganancias de capital podría reducir ingresos, ya que los inversores retrasarían la venta de activos. Un aumento de diez puntos podría costar £3.6 mil millones para 2028-29, y uno de cinco puntos, £870 millones. El diputado conservador Andrew Griffith, sombra de negocios, advirtió que subir este impuesto sería “contraproducente y costoso” y pidió descartarlo.
La inquietud crece entre los más ricos. El índice Saltus muestra que casi el 80% de los individuos con alto patrimonio esperan subidas de impuestos en el Reino Unido. Más de un tercio ya revisa sus planes de pensión y herencia por temor a cambios.
La fuga de talentos y empresas ya es visible. Los empresarios mediáticos Simon y Selena Barr, que emplearon a 170 personas en dos compañías británicas, decidieron mudarse a Dubái justo antes de la victoria electoral de Labour en julio. “Nos íbamos a ver muy penalizados por los éxitos de nuestras empresas. No nos quedó otra opción que marcharnos”, dijeron.
Reeves busca mantener una estricta contención en el gasto público y reducir el despilfarro para controlar inflación y tipos de interés, mientras invierte en medidas que impulsen la economía. Se esperan reformas en planificación, infraestructuras e inversión con el fin de generar crecimiento.
Fuentes del Tesoro admiten que se intentará reunir al menos £30 mil millones vía fiscal para equilibrar las cuentas. La prioridad es reducir la deuda a largo plazo para dedicar más recursos a servicios y menos a pagar intereses.
El Reino Unido encara lo que se ha calificado como el mayor desafío económico en una generación. Este será el primer examen duro para Reeves en su primer presupuesto completo, que se perfila como uno de los más polémicos en años.
