Montenegro mantiene una flota oficial de 5.000 vehículos que genera un gasto anual en combustible de hasta 17 millones de euros, según datos no oficiales.
El Gobierno gastó 1,2 millones de euros en tres meses en viajes oficiales, pero los destinos y fines de esos desplazamientos permanecen opacos. No existe una obligación clara de rendir cuentas, ni informes públicos detallados que justifiquen el volumen y la composición de las delegaciones.
El parque automotor estatal no solo es enorme, también opaco. Más de 2.000 vehículos no figuran en ningún registro oficial, admitió el exjefe del servicio vehicular. Incluso municipios como Podgorica han perdido pista de 27 coches dentro de su flota.
Los costes asociados superan las cifras oficiales. Solo las ruedas de invierno cuestan 2,4 millones de euros anuales y un llenado semanal de combustible para todos estos vehículos se calcula en 350.000 euros por vez.
Montenegro compara mal con otros países europeos: Dinamarca dispone de solo 20 autos oficiales, Suecia ninguno y Holanda fomenta el uso de la bicicleta para los funcionarios.
En el aire, el Ejecutivo dispone de dos aviones LearJet 45, igual que la aerolínea nacional, pero no cuentan con capacidad ni calidad comparable a flotas de países vecinos. Estos aparatos cuestan millones y no pueden garantizar resultados eficientes en misiones oficiales.
Mientras tanto, el país sufre con equipamiento obsoleto para emergencias como incendios forestales. Helicópteros y aviones para extinción están fuera de servicio y los camiones son antiguos. Los fondos públicos priorizan otras partidas mientras la infraestructura crítica espera.
El relato se repite año tras año: escasez de controles, pérdidas inexplicables y recursos que no se traducen en beneficios tangibles para los ciudadanos. Los analistas exigen transparencia y auditorías independientes para revertir la dilapidación del dinero público.
