En Bourges, Orphéopolis cumple 20 años como refugio y apoyo para 3.000 huérfanos de policías fallecidos en Francia. Creada en 1921 por policías para las familias de sus compañeros caídos, esta institución única sigue firme, combinando solidaridad y educación hasta que los jóvenes entran en la vida laboral.
La alta comisionada para la infancia y madrina, Sarah El Haïry, califica Orphéopolis como una “casa del coraje y la resiliencia” que mantiene vivo el espíritu de la familia policial. En el centro, más de 600 policías voluntarios acompañan a estos jóvenes, un tercio de ellos menores de edad.
Hervé Poyet, director del centro en Bourges, explica la misión:
“Acompañar a cada huérfano hasta su incorporación al mercado laboral y ofrecer un hogar cuando la familia no puede”
. En un espacio con música e infancia normal, la directora local, Djamila Bouizegarène, destaca la atención personalizada en cada caso, con un seguimiento tan preciso “como la alta costura”.
Los jóvenes disfrutan de un ambiente cotidiano: durante el almuerzo en la casa Univers, debaten sobre series, política y tecnología mientras comparten el menú del día. En la tarde, Mickael, uno de los once referentes sociales de la fundación, recibe una llamada por un simple inconveniente, la pérdida de un pase de aparcamiento. Para él, ser “referente” es un compromiso diario con estas familias.
Orphéopolis no es solo un apoyo social, es una red creada por los propios policías y sostenida por voluntarios que entienden el peso de la pérdida y la necesidad de mantener un vínculo fuerte con estos huérfanos. La institución combina cuidado, educación y acompañamiento, garantizando que ni siquiera tras la muerte de un padre o madre policía, el joven quede a la deriva.
Con dos décadas en Bourges y más de un siglo de historia, Orphéopolis representa un modelo único que sobrevive gracias a la solidaridad interna del cuerpo policial y la sociedad civil comprometida.
