En Francia, 580.000 jubilados siguen trabajando, el doble que hace una década, frente a pensiones insuficientes que no permiten vivir dignamente. Esta realidad vuelve al centro del debate público, especialmente con las amenazas de censura al gobierno Lecornu sobre la reforma de las pensiones.
Emmanuel Ruiz, 73 años, ejemplifica esta situación. Tras una vida laboral informal junto a su marido, que fue comerciante, ella percibe apenas 400 euros de pensión. Para sobrevivir, admite que no podría comer ni vestirse bien sin los pequeños trabajos que hace cuidando perros, ayudando a domicilio o limpiando. “Si no tuviera este complemento, viviría con patatas y pasta todos los días”, cuenta.
Su esposo, Camille Ruiz, de casi 78 años, añade otro turno a su expediente: dejó la cocina y ahora trabaja de pizzaiolo cuatro noches por semana. “He trabajado toda la vida, si me duele algo, paro”, dice. Gana más de 1000 euros mensuales y valora la compañía: “La soledad no la soporto”.
Más allá de los ingresos, su experiencia es un activo para empleadores. Lucas Vicente, propietario del restaurante Le Bistrot de Mathieu (en Bouches-du-Rhône), destaca su disponibilidad y rapidez: “Si tengo 40 clientes, lo llamo y en 10 minutos está ahí”. Las empresas luchan por reclutar personal y este talento sénior es una solución.
La demanda crece y surgen plataformas especializadas
Ante esta tendencia, plataformas de empleo centradas en jubilados se multiplican. Valérie Gruau creó “Seniors à votre service”, que ofrece más de 700 ofertas, en sectores como bricolaje, jardinería y servicios para particulares.
Pero no solo trabajos modestos: grandes empresas también buscan expertos sénior para roles técnicos y especializados, especialmente en industria y aeronáutica, algo raro hace diez años.
Un ejemplo es Jean-Claude, jubilado y ex empleado de menuisería, que volvió con un contrato indefinido, mejor salario y coche de empresa. Para él, lo más gratificante es transmitir conocimientos a jóvenes aprendices como Tom, 26 años. Su empleador, Jean-Philippe Gambart, valora la experiencia: “Es clave para unir tradición y nuevas tecnologías”.
Además, los jubilados que vuelven a trabajar acumulan derechos para aumentar su pensión.
El panorama es claro: la vejez activa no es solo una opción, sino una necesidad para muchos en Francia frente a pensiones bajas y el precio de la vida. El reclamo social se intensifica mientras la reforma de pensiones sigue en vilo.
