El mercado laboral británico mostró una leve mejoría en agosto con 10,000 empleados más con nómina, según datos oficiales revisados que corrigieron una caída previa estimada en 8,000. Sin embargo, septiembre preocupó de nuevo: un primer cálculo indica que se perdieron otros 10,000 empleos, lo que apunta a una persistente inestabilidad.
La tasa de desempleo se mantiene en un 4,7%, nivel estable pese a la caída puntual en el número de trabajadores en nómina. La tasa de inactividad se situó en un 21%, sin grandes cambios respecto al trimestre previo, pero claramente inferior a la registrada hace un año. El incremento en el desempleo recae principalmente en los más jóvenes, mientras que el empleo entre mayores de 65 años alcanzó niveles récord.
“Tras un largo periodo de débil contratación, los descensos en nóminas y vacantes parecen estabilizarse”
dijo Liz McKeown, directora de estadísticas económicas del ONS.
La función pública y sectores como el comercio y la hostelería mantienen críticas sobre las últimas alzas en las contribuciones de seguridad social a los empleadores, que aumentaron £20,000 millones el año pasado y que, según las industrias, han golpeado el empleo. Además, la próxima Employment Rights Bill preocupa por posibles efectos “fríos” en la creación de trabajo.
Alta vigilancia en el Banco de Inglaterra
La inflación y el mercado laboral mantienen en tensión a los responsables del Banco de Inglaterra. La suba salarial promedio sin bonos cayó a un 4,7% en los tres meses hasta agosto, pero sumando los bonos se llega a un 5%, ligeramente por encima de las previsiones. Esto genera miedo a que la escalada salarial retroalimente la inflación, dificultando su control.
Catherine Mann, miembro externo del Banco, respaldó mantener los tipos en un nivel “restrictivo” —alrededor del 4%— para contener las expectativas inflacionarias en la ciudadanía. Este encuentro del Banco, previsto para noviembre, podría terminar con una votación dividida, con el gobernador Andrew Bailey como pieza clave entre los halcones y los más flexibles.
La reunión de agosto ya fue tensa y se decidió no relajar el crédito tras un empate. El portavoz Alan Taylor defendió recortes para compensar el débil mercado laboral y la inflación baja, pero el resto de miembros rechazó esta postura.
Los próximos datos de inflación de septiembre, que saldrán la semana que viene, serán cruciales. Expertos esperan que la inflación supere el 4%, el doble del objetivo del 2% fijado por el Banco, y que esto influya en la ruta de los tipos de interés y las políticas públicas.
