Más de 2000 presos palestinos fueron liberados y llegaron hoy en autobús a Ramala, en Cisjordania, tras un acuerdo con Israel que ha detenido los bombardeos en Gaza. Familias esperaban desde hace meses e incluso años para reencontrarse con sus seres queridos.
En paralelo, en Israel varios helicópteros aterrizaron en las azoteas de hospitales en la capital para trasladar a los rehenes liberados por Hamas. Estas imágenes contrastan con la ovación al presidente estadounidense Donald Trump en el parlamento israelí, donde se presentó como el principal artífice del pacto de paz temporal.
La periodista de elDiario.es Francesca Cicardi ha cubierto estos eventos durante semanas en Israel y Cisjordania, testigo clave del impacto humano y político del acuerdo que pone pausa a la violencia entre Gaza e Israel.
Tras años de tensión y dos décadas de retrasos en liberaciones, este suceso marca un giro significativo, aunque persisten los problemas de fondo sin resolver. Ni las familias ni los gobiernos han desbloqueado aún todos los desafíos pendientes en la región.
La escena en Ramala fue emotiva: decenas de autobuses repletos de liberados entraron en la ciudad tras los trámites. En Israel, el traslado de los rehenes se hizo en helicóptero a hospitales especiales, un operativo complejo y monitoreado al detalle.
Mientras tanto, en un parlamento repleto de aplausos, Trump se adjudicó el triunfo diplomático de esta tregua inicial, reforzando su imagen como mediador en uno de los conflictos más largos y enconados del siglo XXI.
El cese de los bombardeos es un alivio inmediato, pero expertas voces advierten que no es un paso definitivo. La situación continúa siendo frágil y el regreso a negociaciones políticas duras es inminente.
Aunque los reencuentros y liberaciones marcan el inicio de un proceso, la comunidad internacional y las partes involucradas enfrentan ahora el reto de evitar que esta tregua sea solo un paréntesis.
