Ensilica, el fabricante británico de chips con base en Oxford, redujo sus proyecciones de ingresos para el año fiscal que finaliza en mayo tras verse afectada por el ciberataque masivo sufrido por Jaguar Land Rover (JLR), su cliente automotriz clave.
La firma ajustó su expectativa de ingresos a entre £28 y £30 millones, por debajo del consenso del mercado que esperaba alrededor de £33 millones. Los títulos de Ensilica llegaron a caer un 14% hasta 39 peniques en la sesión del jueves.
Ensilica no nombró explícitamente a Jaguar Land Rover, pero no hay otra automotriz británica que haya sufrido un ataque de esta magnitud recientemente. El contrato en el sector automotriz está valorado en más de $30 millones a lo largo de siete años.
“Un problema reciente de ciberseguridad dentro de la cadena de suministro de un cliente automotriz ha ocurrido y aunque es pronto para evaluar el impacto total, consideramos prudente ser conservadores en las previsiones,” detalló Ensilica.
Esta noticia se suma a la crisis en JLR, que lleva más de mes y medio sin poder producir vehículos tras el ataque que paralizó su línea de producción a finales de agosto. El parón les está costando cerca de £5 millones diarios en ingresos.
La semana pasada, Jaguar Land Rover anunció la reapertura parcial de su fábrica, la primera desde el inicio del ciberataque, pero la caída en ventas también refleja el impacto: las entregas a distribuidores cayeron un 24,2% en el último trimestre, y las ventas minoristas bajaron un 17,1%.
Ante el riesgo de colapso en la cadena de suministro, el gobierno británico aprobó un préstamo comercial de £1.5 mil millones para sostener el sector automotriz, golpeado de nuevo por esta crisis digital.
Sin embargo, la implementación de este apoyo ha enfrentado dificultades, y Jaguar Land Rover ha creado además un programa interno de financiación que facilitará un pago más adelantado a los proveedores, con un fondo estimado en torno a £500 millones, con el objetivo de evitar quiebras y despidos.
El responsable del ataque informático sigue desconocido, mientras la industria automotriz británica lidia con las secuelas de uno de sus mayores golpes cibernéticos recientes.
