Italia enfrenta una nueva fase en su lucha pro Palestina con dos jornadas masivas de huelga y protestas que lograron presionar al gobierno de Giorgia Meloni y denunciar el apoyo occidental al conflicto en Gaza.
Tras una huelga general inicial organizada por el sindicato base USB el 22 de septiembre, boicoteada por el histórico sindicato CGIL, las calles y puertos italianos estallaron en movilización. Estudiantes bloquearon liceos y universidades, mientras los dockers del Puerto de Génova convocaron a una coordinación europea para frenar el tráfico de armas hacia Israel.
La protesta alcanzó un punto de inflexión con la huelga general del 3 de octubre y una manifestación nacional que unió por primera vez en años a sectores de la CGIL con USB y otros sindicatos de base en una movilización masiva. Esta unidad reveló un cambio profundo en el ánimo social en Italia, donde la precariedad juvenil, junto con un descontento acumulado contra la derecha y la izquierda tradicional, alimenta ahora la resistencia.
El movimiento logró bloquear grandes ejes de transporte, puertos y estaciones, desafiando nuevas leyes represivas y la burocracia sindical tradicional. Según dirigentes, esta acción histórica mostró que la clase trabajadora puede golpear los cimientos del gobierno y de las redes imperialistas que sostienen el conflicto ischemio-palestino.
Los jóvenes, en particular estudiantes y descendientes de migrantes, desempeñaron un papel clave. Ocupando escuelas y universidades, aportaron dinamismo y radicalización al conflicto, mientras los trabajadores abren la puerta a una colaboración duradera que fortalezca la movilización social y sindical en Italia.
Hacia una estructura reforzada y unidad sindical
Tras romper con la pasividad burocrática de la CGIL, la USB y otros colectivos de base buscan ahora consolidar y radicalizar la lucha. El desafío central es desmontar el control del secretario general Maurizio Landini sobre la base de casi 3 millones de trabajadores.
La USB llama a extender coordinaciones y asambleas de trabajadores en todos los sectores industriales, incluso dentro del mismo CGIL, para construir un frente unificado que no ceda ante la cooptación sindical. Solo así será posible mantener la movilización en el tiempo y ampliar su impacto.
Se pone atención especial a sectores estratégicos como la industria metalúrgica y el transporte, donde la huelga y la protesta ya están presionando por mejoras laborales. La alianza con los estudiantes podría ser la clave para revitalizar sindicatos y movilizaciones masivas.
Este impulso recuerda a movimientos previos en Italia, como las luchas en la antigua fábrica GKN de Florencia, que demostraron el potencial del trabajo conjunto entre obreros y jóvenes activistas.
Movilización internacional y contexto geopolítico
Este movimiento italiano no solo protesta contra Israel, sino que denuncia el flujo de armas que pasa por puertos mediterráneos y la complicidad de gobiernos imperialistas, incluyendo la UE. El embargo total y sanciones diplomáticas son reclamos centrales.
La tregua en Gaza es vista como un alivio temporal, pero el apoyo estructural occidental al plan colonial contra Palestina sigue vigente. La continuidad en la resistencia italiana apunta a extender un conflicto más amplio contra el imperialismo y las políticas de austeridad que impactan en derechos sociales, salud y educación.
Las nuevas leyes represivas que dificultan huelgas y bloqueos se enfrentan con una creciente consciencia de la clase trabajadora, mientras la juventud aporta fuerza y organización para desafiar el orden político actual.
¿Qué sigue?
Organizadores subrayan la necesidad urgente de construir una organización socialista independiente, anclada en la clase obrera y la juventud, capaz de canalizar esta ola de protestas en una fuerza política real. La lucha por Palestina se convierte así en motor para reivindicaciones internas más amplias, desde salarios hasta defensa social y derechos fundamentales.
El futuro del movimiento dependerá de su capacidad para sostener la unidad sindical y la alianza concreta entre trabajadores y estudiantes en un país clave para el tráfico de armas y la política mediterránea. El pulso social en Italia se acelera mientras Meloni y sus aliados enfrentan un movimiento que puede desbordar sus márgenes tradicionales.
