Senegal viajó a Washington esta semana para negociar un nuevo programa con el FMI durante las Asambleas Anuales de la entidad financiera y el Banco Mundial, pero las conversaciones ya enfrentan serios obstáculos.
Una gran delegación senegalesa encabezada por el ministro de Finanzas Cheikh Diba, el ministro de Economía Abdourahmane Sarr y el titular de Agricultura Madouba Diagne se reunió con la directora del FMI Kristalina Georgieva y Abebe Selassie, director para África del FMI. Pero pese a los gestos diplomáticos, la negociación “es tensa y lenta”, según fuentes presentes.
La clave del problema es una deuda oculta que preocupa al FMI, ligada al manejo de las finanzas públicas senegalesas, especialmente sectores sensibles no incluidos en la contabilidad oficial. Esto ha generado desconfianza y pone en duda la viabilidad de un nuevo acuerdo financiero que Senegal necesita para estabilizar su economía.
El ministro Bassirou Diomaye Faye, clave en las negociaciones, ha pedido paciencia y colaboración para buscar una salida. Pero desde Washington advierten que la falta de transparencia puede frenar el desembolso de fondos y complicar la ayuda internacional.
Esta sesión en el gigante financiero se produce en un momento de presión máxima para Senegal, que busca apoyo para proyectos de desarrollo básicos y contener el déficit. Sin embargo, el FMI insiste en transparencia total, algo que aún está lejos de concretarse.
El plazo para cerrar el acuerdo es incierto. Mientras tanto, el futuro económico de Senegal pende de un hilo, con el riesgo real de quedarse sin respaldo financiero internacional si no se resuelven estas dudas sobre la “deuda oculta”.
La próxima ronda de negociaciones, probablemente en los próximos meses, será decisiva para definir si Senegal y el FMI logran un entendimiento o si la crisis de confianza se agrava.
