Este viernes 17 de octubre, Cédric Jubillar fue condenado a 30 años de prisión por el asesinato de su esposa Delphine Jubillar, a pesar de que el cuerpo nunca fue encontrado. La sentencia fue dictada por un tribunal francés y ambas partes anunciaron que apelarán la decisión.
El caso de Jubillar revive un fenómeno judicial que ha marcado a Francia: procesar casos de feminicidio aun sin cadáver ni confesiones directas. Esta no es la primera vez que sucede. Otros juicios polémicos también se desarrollaron en circunstancias similares, con resultados que varían entre condenas y absoluciones.
Entre estos, destaca el proceso interminable de Nicolas Zepeda, acusado por la desaparición en 2016 de la estudiante japonesa Narumi Kurosaki en Besançon. Zepeda fue condenado a 28 años de prisión en 2023 tras un juicio complejo con testimonios internacionales, pero la Corte de Casación anuló el veredicto por procedimientos irregulares. Actualmente, enfrentará un tercer juicio en Lyon este marzo.
Otro caso emblemático es el de Suzanne Viguier, desaparecida en 2000 en Toulouse. Su esposo, Jacques Viguier, fue juzgado por asesinato y absuelto en 2009 y 2010. La defensa logró su absolución y la historia inspiró el libro “Innocent” y un filme con participación de Éric Dupond-Moretti.
También hay casos como el de Patrick Chabert, condenado inicialmente por la desaparición de su esposa Nadine en 2003 pero finalmente absuelto en apelación tras año y medio de proceso.
En contraste, Jean-Louis Cayrou fue sentenciado en 2018 a 30 años por el asesinato de la británica Patricia Wilson en Aveyron, aunque el cuerpo nunca apareció. De modo parecido, Joël Bourgeon confesó y luego se retractó del asesinato de Martine Escadeillas en Toulouse en 1986; fue condenado a 20 años pero apareció muerto en su celda pocos meses antes de su apelación.
Estos casos reflejan la complejidad y paradoja de juzgar feminicidios sin pruebas directas del fallecimiento. El sistema judicial francés se apoya en indicios, testigos y contradicciones, incluso sin recuperar cuerpos o confesiones firmes, un desafío para víctimas, acusados y tribunales.
La condena a Jubillar se inscribe en esta línea judicial. El proceso continúa y la apelación podría modificar la sentencia, pero por ahora la justicia francesa impone penas severas frente a ausencias de pruebas materiales concluyentes.
