El primer ministro Sébastien Lecornu anunció que renunciará a utilizar el artículo 49, párrafo 3 de la Constitución para aprobar leyes sin votación en la Asamblea Nacional. La medida busca responder a las críticas por falta de debate democrático y a la imposibilidad de alcanzar una mayoría parlamentaria estable.
Esta decisión se presenta como un gesto para garantizar que los proyectos de ley pasen por un proceso de discusión y votación real en el hemiciclo. Según Lecornu, esta fórmula “asegura que el debate llegue hasta el voto”, buscando un equilibrio mayor entre Ejecutivo y Legislativo.
Pero el constitucionalista Benjamin Morel advierte que dejar de lado el 49.3 no arregla las limitaciones estructurales del sistema político francés. Para él, ese artículo no es el principal problema. “Cuando no hay mayoría, el 49.3 permite aprobar presupuestos mientras las oposiciones pueden expresar su desacuerdo. El verdadero bloqueo está en otras reglas constitucionales, como el artículo 40, que restringe la acción parlamentaria.”
Morel también denuncia la baja dotación presupuestaria del Parlamento, que considera “la mitad de la de ciudades pequeñas como Burdeos”, lo que coloca a los diputados en desventaja frente al poder del Estado. A esto suma la naturaleza del sistema electoral francés que, por el modo mayoritario y la coincidencia de elecciones presidenciales y legislativas, convierte a los diputados en “cajas registradoras” del presidente cuando hay mayoría absoluta.
El experto sostiene que la proporcionalidad sería clave para fortalecer la cultura de negociación entre fuerzas políticas, elemento indispensable para un verdadero parlamentarismo. Frente a la falta de una mayoría estable, Morel describe la actualidad política francesa como “un mercado de ilusiones”, con partidos que presionan para que unas reformas pasen sin consenso claro.
Frente a ejemplos europeos como Italia o Bélgica, Francia no ha terminado de incorporar la práctica del compromiso parlamentario sólido. “El parlamentarismo requiere una mayoría que negocie y apruebe un programa conjunto, no acuerdos post voto de censura. Así no funciona,” concluye.
En definitiva, según Morel, la salida del artículo 49.3 no basta para devolver poder real al Parlamento: “Bajo la V República, quien manda es quien tiene mayoría, ya sea el presidente, el primer ministro en cohabitación o el Parlamento. Sin mayoría estable, el poder se vuelve evanescente.”
La votación de censura en la Asamblea Nacional contra el gobierno de Lecornu sigue siendo una amenaza latente, mientras las negociaciones para aprobar reformas, incluido el controvertido plan de pensiones, avanzan entre bloques aún fragmentados y sin acuerdos firmes.
