El ingeniero venezolano Luis Caballero Mejías fue el cerebro detrás de la fórmula que convirtió a la arepa en una industria millonaria en Colombia y Venezuela. Su invento de la harina precocida de maíz hizo que preparar arepas, antes un proceso de horas, se redujera a minutos y permitió la industrialización de este alimento tradicional.
Caballero Mejías patentó en 1954 su fórmula bajo el nombre “La Arepera” número 5176, un método que pelaba, cocía y secaba el maíz antes de molerlo, dejando una harina que solo necesitaba agua para formar la masa. Antes, hacer arepas implicaba cocinar y pelar maíz a mano, un trabajo agotador en el hogar.
Tras vender la patente a la familia Mendoza, dueña de Empresas Polar, el producto —conocido hoy como Harina P.A.N.— pasó de ser un invento casero a un emporio que mueve $4 billones anuales en Colombia. La familia Mendoza expandió la producción e inició exportaciones a Estados Unidos, México y Europa.
La primera planta en Colombia se instaló en Facatativá en alianza con Promasa. En 2024, Harina P.A.N. compró dos plantas más en Barranquilla para consolidar su liderazgo en el mercado local. Allí compite con otras marcas históricas como Donãrepa, que también factura miles de millones en ventas.
El impacto no es solo económico. El invento de Caballero cambió hábitos alimenticios y facilitó la vida diaria de millones de familias colombianas y venezolanas. La harina precocida se mantiene como el estándar en la producción de arepas pese a décadas de crisis políticas, controles y migraciones masivas. Hoy se produce en Texas, Portugal y España y se consume en mercados lejanos como Emiratos Árabes.
La historia es también una de innovación latinoamericana y oportunidad perdida para su creador. Caballero Mejías murió en 1959, sin imaginar que su sencillo invento impulsaría un negocio multimillonario que atraviesa fronteras.
