La política en Oaxaca sigue un camino distinto al resto de México, donde para ser gobernador el requisito era haberse curtido en puestos estatales. En la entidad, ese patrón se rompe y la sucesión es más compleja.
Según Roderic Ai Camp, reconocido experto en política mexicana, usualmente llegar a un cargo estatal alto implica un recorrido por cargos locales. En Oaxaca, varios gobernadores recientes rompieron ese molde.
Heladio Ramírez, Diódoro Carrasco, José Murat, Ulises Ruiz, Gabino Cué y Salomón Jara llegaron al poder desde el Senado. La excepción fue Alejandro Murat, quien saltó del gabinete federal de Peña Nieto y para su llegada el Congreso modificó la constitución para permitir su candidatura por derecho de sangre pese a no ser originario de Oaxaca.
Los exgobernadores tienen formación sólida, con varios abogados de la UNAM, economistas y un ingeniero egresado del IPN. Pero no solo el currículo cuenta, también las redes y maniobras políticas dentro y fuera del PRI.
Heladio Ramírez fue el único que pudo manejar su sucesión sin sobresaltos. Su sucesor, Diódoro, llegó sin hacer carrera política previa, apoyado desde el gobierno estatal. José Murat se metió a la gubernatura anteponiéndose a los deseos de Diódoro y usando la amenaza de Ricardo Monreal para asegurar su candidatura.
Ulises Ruiz y Gabino Cué jugaron con coaliciones y rupturas. Ulises rompió con Murat, y Cué, abanderado de una alianza PRD-PAN-MC, llegó con un PRI dividido tras el conflicto electoral del 2006. Para mantener la gubernatura en 2016, Cué enfrentó competencia interna feroz de excolaboradores aliados con Morena, PT y PRD, lo que fragmentó el voto y favoreció a Alejandro Murat, quien ganó ese año.
En el terreno actual, los perfiles que disputan la sucesión destacan por tener más experiencia legislativa y operativa que los actores emergentes en las cámaras o dentro del gabinete estatal.
Además, la política local toca fondo con gastos excesivos como los >150 millones de pesos erogados en la celebración del Día del Empleado Estatal, denunciados como un gasto innecesario en tiempos de crisis. La masiva “calenda” del 15 de octubre con 16 bandas musicales mostró el lado más ostentoso del gobierno actual.
El pulso por la sucesión en Oaxaca está marcado por historia, formación, peleas internas y alianzas cambiantes que van más allá del tablero nacional. La fórmula local para gobernar, por ahora, sigue siendo un enigma que rompe esquemas.
