Las fuertes lluvias de las últimas semanas en Veracruz, Puebla, San Luis Potosí, Hidalgo y Querétaro dejaron un saldo de 66 muertos y 75 desaparecidos. Los sobrevivientes padecen la pérdida total de sus bienes y cero apoyo oficial.
La respuesta gubernamental es prácticamente nula, mientras la sociedad civil organiza colectas para comida y artículos de higiene. La situación refleja la incapacidad de las autoridades para atender emergencias y evidencia un sistema de protección civil rebasado, especialmente tras el reciente flamazo mortal de una pipa en Iztapalapa, episodio que ha destapado no solo negligencia sino posibles actos de corrupción.
Al drama natural se suma un problema endémico: la violencia sigue imparable. México parece un cementerio diario con cifras crecientes de homicidios en varios estados. La inseguridad está normalizada y cada región compite por el primer lugar en violencia, una realidad que no da tregua ni muestra señales claras de mejoría.
En materia económica, el gobierno federal prepara una serie de ajustes tributarios para 2026 con más de 26 nuevos impuestos y gravámenes a productos básicos como bebidas azucaradas, cigarros, videojuegos violentos, apuestas y hasta la entrada a museos y zonas arqueológicas.
La Secretaría de Hacienda pretende recaudar 10.7 billones de pesos, de los cuales 1.7 billones serán para pagar intereses de la deuda. El ritmo de crecimiento de empleos formales se ha desacelerado y los incrementos salariales ya no alivian el poder adquisitivo. El aumento del salario mínimo, aunque positivo, ha generado efectos secundarios en la generación de empleos.
La inversión extranjera directa (IED) desplomó un 21% en el primer trimestre de 2025 frente al mismo periodo del año anterior. Expertos lo atribuyen a la creciente inseguridad jurídica, la reforma a la Ley de Amparo y la elección de jueces que, en lugar de proteger a ciudadanos y empresas, favorecen al Estado. La amenaza de nuevos aranceles y un posible cambio en el T-MEC agravan el panorama.
Con esta combinación de desastre natural, violencia, crisis económica y debilidad institucional, 2025 será recordado como un año sombrío para México. El 2026 arranca con finanzas públicas precarias y un gobierno enfocado en mantener el poder más que en resolver los problemas urgentes de la población.
