El pavo salvadoreño es mucho más que un plato navideño. Tiene raíces indígenas y españolas que lo diferencian radicalmente del tradicional pavo americano de Thanksgiving. En El Salvador, el pavo simboliza abundancia y conexión con la naturaleza desde civilizaciones mesoamericanas.
La receta popularizada por Mrs Mango y Gastronauta remarca el uso de mantequilla mezclada con especias italianas, sal de ajo y la sazón completa para untar bajo la piel del pavo. Se marina por fuera con mostaza y, opcionalmente, salsa inglesa. Esto se cocina a 175 °C por una hora cubierto con papel aluminio.
La clave salvadoreña está en la salsa especial llamada “relajo”: mezcla de achiote, semillas de pepitoria, ajonjolí, laurel, chile guajillo, guaco y maní. Todos los ingredientes se tuestan y licúan con tomates asados, cebolla, ajo, cilantro, perejil y consomé de pollo. Esta salsa se baña sobre el pavo, que se hornea y baña varias veces para mantenerlo jugoso y con sabor intenso.
En contraste, el pavo de Thanksgiving en Estados Unidos suele tener un sabor más suave y dulce, con relleno de manzana y tocino que se sirve aparte. Además, su acompañamiento típico es puré de papas, batatas, maíz, salsa de arándanos y postres como tarta de calabaza.
Para un buen pavo salvadoreño, se recomienda usar un termómetro para alcanzar los 74 °C internos, evitar romper la piel al poner la mantequilla especiada y usar una rejilla para una cocción pareja. También se recomienda no poner la salsa durante la cocción para que no se evapore.
Esta preparación es una pieza central de la Navidad salvadoreña, reflejando siglos de cultura fusionada, que marca una diferencia clara con la forma tradicional estadounidense de celebrar con pavo.
