SpaceX está bajo sospecha por enviar señales desde sus satélites Starshield usando frecuencias no autorizadas, alertó el científico canadiense Scott Tilley. Estos satélites, diseñados para manejar datos clasificados del gobierno estadounidense, transmitieron en la banda de 2025 a 2110 MHz, un rango reservado para comunicaciones ascendentes —de la Tierra al espacio— y no para transmisión descendente.
La Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) establece reglas claras sobre el uso de frecuencias satelitales para evitar interferencias que puedan afectar otras operaciones en órbita. El hallazgo pone en duda el cumplimiento de estas normas por parte de SpaceX, considerada la empresa líder en la industria espacial y encargada de proyectos confidenciales para la Oficina de Reconocimiento Nacional, el Departamento de Defensa y la Fuerza Espacial de EE.UU.
Tilley señaló a NPR que esta emisión en una banda no autorizada podría provocar interferencias serias con otros satélites, afectar la recepción de comandos desde la Tierra o incluso que satélites cercanos ignoren instrucciones, poniendo en riesgo la operación segura del espacio orbital.
Starshield, iniciada en 2022, es una versión avanzada y encriptada de la red Starlink, con capacidades específicas para manejar información clasificada bajo estrictos estándares de seguridad. Sin embargo, la poca transparencia pública y el secretismo sobre estas operaciones complican el monitoreo independiente y la verificación del cumplimiento normativo.
A pesar de la señal detectada en frecuencias prohibidas, la ITU no cuenta con mecanismos para imponer sanciones económicas directas. Según el reportaje, esta ausencia de penalizaciones dejan a SpaceX en una posición casi intocable, aunque la controversia abre el debate sobre la necesidad de actualizar reglas y controlar mejor el espectro orbital, clave para la seguridad espacial global.
La Oficina de Reconocimiento Nacional acaba de lanzar en septiembre su undécimo grupo de satélites Starshield, reforzando la apuesta estadounidense por estas tecnologías seguras y confidenciales. SpaceX, por su parte, continúa expandiendo su dominio en la industria con proyectos que desafían los límites tradicionales, buscando reforzar su rol estratégico en la seguridad y comunicaciones espaciales.
El caso destapado por Tilley sirve como advertencia sobre los vacíos regulatorios en el espacio y plantea la necesidad urgente de supervisar más rigurosamente la actuación de empresas privadas en órbita, donde un error o disputa puede desencadenar consecuencias para todas las naciones.
