Lewis Hamilton no es solo un piloto de Fórmula 1, es un auténtico revolucionario en un deporte que hasta hace poco era un club exclusivo para británicos blancos y aristócratas. Su irrupción con Mercedes ha sacudido el statu quo de la categoría reina del motor y ha dejado temblando a la vieja guardia.
Su historia es la de un outsider: hijo de un ferroviario afroeuropeo, criado con esfuerzo y pasando penurias económicas, el joven Lewis ganó en karting gracias al sacrificio de su padre, quien combinaba tres trabajos y hasta alquilaba el mono de competición. Esa victoria le abrió las puertas de McLaren y la F1, con un contrato firmado por Ron Dennis cuando tenía solo 10 años. Debutó en 2007 al lado de un bicampeón, Fernando Alonso, con quien protagonizó una feroz rivalidad.
Con su manejo agresivo y su talento natural, Hamilton ha conquistado ya siete Mundiales, igualando la cifra de leyendas como Michael Schumacher. Su octavo título estuvo cerca en 2021, hasta que un error de Max Verstappen cerró un final de temporada inolvidable.
Pero Hamilton no solo se carga rivales en pista. Es un activista racial y social que ha usado su plataforma para denunciar racismo y defender causas como la igualdad, el veganismo, o los derechos LGBT. Sus detractores lo ven como arrogante y polémico, especialmente por su postura contra un paddock que sigue dominado por blancos. En Montmeló sufrió ataques racistas y respondió con una actitud desafiante.
Es evidente que Hamilton es mucho más que un piloto campeón. Es un símbolo contra las convenciones, un “hereje” en una religión del motor que se resiste a aceptar las reglas sin cuestionarlas. Su casco lleva el lema “aun así me levanto”, frase que refleja su lucha constante contra las adversidades y los prejuicios.
Este año, Hamilton ha dado un giro a su carrera fichando por Ferrari, la escudería que para cualquier piloto es un reto mayúsculo. Aunque poco tiene que demostrar tras un historial único, queda claro que no acepta las medias tintas.
Desde 2012 colabora con UNICEF y es embajador global de Save The Children desde 2013, llevando reivindicaciones más allá de la pista y con un compromiso firme hacia un futuro más justo y diverso en la Fórmula 1.
Cuando Hamilton se retire, no solo dejará huella como uno de los mejores pilotos de la historia, sino como un espejo para las próximas generaciones que buscan abrir puertas en un deporte que aún lucha con sus fantasmas.
