Un video trucado con inteligencia artificial que mostraba a Mauricio Macri anunciando la baja de la candidatura de Silvia Lospennato y su apoyo a Manuel Adorni se viralizó el 17 de mayo durante la veda electoral porteña, generando una ola coordinada de desinformación que expuso las debilidades del sistema ante noticias falsas en Argentina.
La difusión empezó con la cuenta parodia @TTendenciaX, reconocida por mezclar sátira con desinformación, y se potenció con posteos y retuits de influencers libertarios vinculados al “anillo digital de Milei”. En solo dos horas, el video falso fue compartido y comentado cientos de miles de veces, sin advertencias inmediatas sobre su falsedad.
La red social X etiquetó el contenido recién a las 22 horas como “material multimedia alterado”, pero para ese momento el daño ya estaba hecho. La rápida propagación superó la reacción de autoridades y plataformas, dejando al descubierto un vacío en la defensa electoral.
El fiscal federal Ramiro González pidió medidas legales para detener estas campañas masivas basadas en IA, mientras el constitucionalista Andrés Gil Domínguez alertó sobre el uso creciente de deepfakes y reclamó mayores controles y participación del Gobierno para promover el voto informado.
La Justicia porteña no intervino durante la elección local pese al caso. Desde Civic Compass confirmaron que la única respuesta oficial vino tarde y fue iniciativa de medios tradicionales y de usuarios certificados que mediante “notas comunitarias” aclararon la falsedad con casi tres horas de retraso.
En Argentina no existen protocolos claros ni equipos de monitoreo para enfrentar la desinformación electoral, ni canales de respuesta rápida junto a las plataformas tecnológicas. Las “cuentas parodia” y operaciones organizadas funcionan en zonas grises donde la libertad de expresión limita la sanción efectiva.
Expertos señalan que las plataformas como X, TikTok e Instagram no penalizan la desinformación sino que la amplifican si genera interacción y clics. La desinformación electoral no necesita sofisticación para ser efectiva: una imagen manipulada, un título polémico y cuentas alineadas son suficientes para confundir y erosionar la confianza pública.
El caso Macri-Lospennato muestra que la integridad del debate político y la confianza en la información están en jaque por falta de regulación, coordinación y recursos ante una ola de contenidos falsos que circulan cada vez con más rapidez y alcance.
