El presidente Javier Milei confirmó que rediseñará su gabinete luego de las elecciones legislativas del domingo 26 de octubre para retomar el control político y económico. La derrota electoral en Buenos Aires y la derrota interna tensionan la Casa Rosada, que prevé cambios drásticos en áreas clave como Cancillería, Jefatura de Gabinete y Seguridad.
El primer movimiento confirmado es la salida del canciller Gerardo Werthein, quien no continuará después del 26-O, dejando a la Cancillería prácticamente paralizada mientras se negocia con la administración de Donald Trump. Entre los posibles reemplazos figuran nombres como Carlos Ruckauf y Úrsula Basset, cercana a la familia Milei.
En la Jefatura de Gabinete, la interna explota: Guillermo Francos estaría por dejar su cargo ante el posible ingreso formal de Santiago Caputo, el ministro con fuerte influencia económica y considerado el verdadero poder detrás del presidente. Francos rechazó el traslado a la Cancillería y las tensiones con Caputo tienen al gobierno en máxima tensión.
“Hay ministros que dicen que si sin lapicera Caputo tiene el poder que tiene, qué pasará cuando la tenga”, confesaron desde Balcarce 50.
En Seguridad, suena fuerte la secretaria de Seguridad Nacional Alejandra Monteoliva junto al intendente de Tres de Febrero, Diego Valenzuela, como posibles sucesores de Patricia Bullrich, que dejará el Ministerio para asumir en el Congreso en diciembre.
En Justicia, Guillermo Montenegro sería el nombre para reemplazar a Mariano Cúneo Libarona. Para Defensa se manejan los generales Xavier Isaac y María Luciana Carrasco, mientras que para Interior se barajan Diego Santilli y el radical Rodrigo de Loredo.
También habrá cambios en Vocería Presidencial, donde podría entrar Javier Lanari en lugar de Manuel Adorni, y en áreas estratégicas como Energía e Infraestructura, que estarán bajo órbita directa de Caputo.
La sombra del expresidente Mauricio Macri se hace sentir: busca meter a hombres de su confianza como Guillermo Dietrich y Javier Iguacel en el nuevo esquema ministerial, lo que amenaza diplomáticamente con aumentar la interna dentro del oficialismo libertario.
Con la palabra presidencial de Milei en baja y el respaldo extranjero centrado en EE.UU., estas modificaciones buscan apagar incendios y darle aire a la gestión, aunque la batalla se libra tanto en la escena pública como entre bambalinas del propio gobierno.
El 26-O es la fecha límite para un gobierno que no solo redefinirá su gabinete, sino también tratará de salvar la gobernabilidad en medio de una crisis política y económica cada vez más profunda.
