La presidenta del Museo del Louvre, Laurence des Cars, admitió hoy ante el Senado francés que el sistema de videovigilancia exterior del museo está obsoleto y fue insuficiente para evitar un robo millonario ocurrido hace tres días.
El lunes pasado, cuatro delincuentes ingresaron en solo ocho minutos al Louvre serrando una ventana del balcón de la Galería Apolo, desde donde sustrajeron nueve joyas valuadas en más de 100 millones de dólares. Entre las piezas robadas están una diadema de perlas de la emperatriz Eugenia y un juego de collar y pendientes de zafiros de la reina María Amelia.
Durante su explicación ante la comisión del Senado, des Cars reconoció que las cámaras no cubrían todas las fachadas y que solo había una con dirección opuesta al punto de acceso usado por los ladrones, lo que facilitó la entrada. Aunque las alarmas internas sí se activaron, la vigilancia externa quedó “obsoleta con el paso del tiempo”.
La presidenta del Louvre presentó su renuncia en un gesto de responsabilidad política, pero la ministra de Cultura, Rachida Dati, la rechazó. Des Cars calificó lo ocurrido como “una herida profunda para el museo y para Francia”.
Por orden directa del presidente Emmanuel Macron, se acelerará un plan para reforzar la seguridad, que incluye la instalación de una comisaría dentro del museo y mayor protección en sus alrededores, especialmente en la calzada.
La investigación continúa a cargo de más de un centenar de agentes. Según la fiscal de París, Laure Beccuau, el grupo criminal obtuvo un montacargas clave para el robo mediante “un falso contrato de mudanza”. En la huida, los ladrones dejaron caer una corona que fue recuperada y que podría ser restaurada tras un primer análisis.
El robo pone otra vez en evidencia la falta de personal y los problemas estructurales que el personal del Louvre viene denunciando desde hace tiempo. El museo, el más visitado del mundo con nueve millones de visitantes solo este año, reabrió el miércoles tras tres días cerrado.
