Candace Owens, figura conservadora y excolaboradora de Charlie Kirk, ha desatado una tormenta viral tras insinuar que el expresidente Donald Trump estuvo detrás del asesinato del fundador de Turning Point USA.
Owens rompió la tregua semanas después del crimen cometido en Utah, cuando el joven Tyler Robinson confesó ser responsable. A pesar de una orden de silencio judicial dictada por el juez Tony Graf en el caso, Owens afirmó que planea violar esa instrucción públicamente porque, según ella, tiene pruebas que “podrían derribar el sistema político”.
En mensajes publicados en la red social X (antes Twitter), Owens acusó directamente a Trump y a su círculo de “matar” a Kirk, alegando que fue “traicionado por todos”. También afirmó que los homenajes, como calles con su nombre o días conmemorativos, suelen ser señales de ocultamiento detrás de muertes políticas.
La polémica escaló luego de que la activista Laura Loomer viralizase un vídeo con Owens donde ésta pierde la fe en la política y en Trump, y expone una conspiración de grupos de poder que manipulan a figuras como Kirk solo si les sirven.
Además, Owens sugirió la implicación de inversores israelíes en la muerte de Kirk, señalando una reunión con contribuyentes de Israel donde supuestamente Kirk sufrió presiones, y acusó al FBI y a autoridades locales de ocultar información relevante sobre el caso.
La exdirectora ejecutiva de Turning Point USA difundió capturas de mensajes de texto atribuidos a Kirk que reconocen influencia de financiadores judíos, aunque no ha presentado evidencia directa que vincule a Trump o a terceros con el crimen.
El caso sigue en desarrollo, con Robinson enfrentando cargos y el tribunal manteniendo restricciones para los involucrados directos, pero no para comentaristas externos como Owens, lo que ha generado debates sobre la ética y legalidad de sus acusaciones.
Mientras tanto, medios y redes en Estados Unidos y globalmente discuten la veracidad de las teorías conspirativas sin precedentes lanzadas por Owens, que mezclan política, poder y tragedia personal en un cóctel explosivo. No hay pruebas claras que sustenten estas afirmaciones, pero ha encendido la tensión en círculos conservadores y liberales por igual.


































