La industria textil argentina sufrió una caída del 7,7% en el tercer bimestre de 2025, golpeada por factores económicos y una feroz competencia externa, según la Cámara Industrial Argentina de la Empresa (CIAI).
Gigantes chinos como Shein y Temu inundan el mercado con productos de bajo costo difícilmente igualables para las pymes locales, que no pueden competir con precios que no reflejan los costos reales. Estas empresas aplican dumping y se benefician de subsidios estatales y logística optimizada. Además, reportes internacionales detallan jornadas laborales de hasta 75 horas semanales en China, mucho más allá del estándar internacional de 40 horas.
La Comisión Europea ya alerta sobre químicos peligrosos en productos importados de este origen, especialmente para la infancia, y ajusta su control de estos artículos.
La combinación de costos bajos, calidad cuestionable y subsidios chinos castiga la rentabilidad y pone en riesgo puestos de trabajo argentinos. Expertos coinciden que la solución no es restringir importaciones sino “competir de igual a igual”, lo que incluye una reducción de la carga tributaria y laboral sobre las pymes.
Tecnología local como respuesta urgente
En plena presión, la industria nacional encuentra en la tecnología una posible tabla de salvación. El uso del Internet de las Cosas (IoT) en el sector textil argentino viene registrando un aumento del 15% en la producción desde su implementación.
Ingenieros argentinos desarrollaron sistemas que monitorean en tiempo real las máquinas mediante sensores, ofreciendo datos para identificar cuellos de botella, prever fallos y ahorrar energía. Las pymes que aplican estas tecnologías aumentan su productividad en un 25%, reducen costos energéticos hasta un 30% y bajan la inactividad de equipos en un 20%. También reportan una caída del 30% en incidentes de seguridad.
El sector manufacturero representa el 26% del valor económico global del IoT, que mueve 11.000 millones de dólares. En Argentina, esta es la apuesta para ganar competitividad frente a importaciones que apuestan sólo a precios bajos y mala calidad.
La tecnología permite mejorar la trazabilidad y controlar la calidad de los productos argentinos, algo que los importados masivos no ofrecen.
El llamado desde la industria es claro: no alcanza con bajar cargas impositivas o laborales, es imprescindible adoptar el IoT para sostener y crecer. La competencia global ya usa estas herramientas para automatizar y mejorar sus procesos. La industria argentina no tiene margen para retrasarse.
