Estados Unidos intensifica ataques letales a embarcaciones en el Caribe y ahora en el Pacífico Oriental con drones MQ-9 Reaper, capaces de disparar hasta ocho misiles guiados por láser, según fuentes oficiales y reportes recientes.
Desde septiembre, bajo la administración de Donald Trump, se han registrado nueve ataques a presuntas narcolanchas que habrían dejado al menos 37 muertos, la mayoría sin identificación ni transparencia en las operaciones, generando críticas de organismos de derechos humanos.
Las embarcaciones atacadas operaban en zonas donde Washington asegura que se traslada droga hacia EEUU, pero hasta el momento no se han presentado pruebas públicas que confirmen estos cargos, lo que ha levantado suspicacias sobre posibles ejecuciones sumarias.
En la región, Estados Unidos mantiene un despliegue militar con cerca de 10,000 soldados, ocho buques de guerra –entre destructores, asalto anfibio y un submarino nuclear de propulsión rápida–, además de aviones F-35 y bombarderos B-52 que volaron recientemente desde Louisiana hacia el Caribe frente a Venezuela, reportó Financial Times.
Los drones MQ-9 han operado desde Puerto Rico, una antigua base ahora civil, donde además se han destacado aviones F-35B y se reportó la presencia no confirmada de un avión AC-130J Ghostrider, famoso por su ataque de precisión en tierra.
“Tienen ocho barcos ahora, 1,200 misiles apuntando a nuestras cabezas”, denunció el presidente venezolano Nicolás Maduro sobre el despliegue militar estadounidense.
Maduro califica las acciones como “agresión” y parte de una “guerra multiforme” para controlar recursos venezolanos y colocar un “gobierno títere”. La representación rusa ante la ONU también condenó el operativo como presión política y militar contra un país independiente y rechazó las acciones por violar el derecho marítimo internacional.
Hasta ahora solo tres víctimas de los ataques han sido plenamente identificadas, mientras que la mayoría permanecen sin nombre, lo cual aumenta la preocupación por la transparencia y legalidad de estas operaciones.
Los ataques se iniciaron en el Caribe y esta semana llegaron al Pacífico Oriental, marcando una ampliación territorial de los operativos antinarcóticos, pero también evidenciando un aumento en la militarización y la polémica internacional sobre el método y los objetivos reales.


































