El “fantasma del comunismo” reaparece en el debate político argentino. El diputado Javier Milei insiste en que, a pesar del desgaste histórico del comunismo tras la caída del Muro de Berlín y el fracaso de la Unión Soviética, esa ideología sigue viva y presente en la política nacional.
La mención del comunismo como acusación política no es nueva, pero esta semana volvió con fuerza luego de que el Presidente y el ministro de Economía, Luis Caputo, salieron a usar el término para criticar a una parte significativa de la oposición. El foco es el gobernador bonaerense, Axel Kicillof, a quien se le atribuye esa identificación ideológica de forma directa o indirecta.
La controversia crece porque, según algunas encuestas recientes, cerca de un tercio del electorado podría ser etiquetado bajo ese concepto, lo que genera confusión entre aliados y detractores. ¿Son realmente los intendentes peronistas del conurbano y sus votantes comunistas? La pregunta queda abierta mientras las figuras públicas evitan aclararla.
El fantasma del comunismo en la Argentina tiene distinta dimensión que cuando fue expulsado de la política hegemónica tras la crisis del kirchnerismo y la marginalización del Partido Comunista argentino, que hoy representa una fuerza minoritaria en los comicios.
Milei utiliza este argumento para polarizar y marcar una línea contra el llamado “populismo de izquierda”, mientras que el oficialismo se defiende señalando que el término es usado como arma electoral sin base real.
La frase inicial del Manifiesto Comunista de Marx y Engels, que inspiró la revolución rusa y años de confrontación política, vuelve a estar en boca de dirigentes y analistas, reavivando debates que parecían superados en la política local.

































