Andrija Mandić, líder de la coalición ZBCG en Montenegro, avanza con paso firme hacia la jefatura del gobierno tras las elecciones parlamentarias de 2023, según el analista Zlatko Vujović.
Desde junio de 2023, ZBCG ha consolidado su apoyo, acercándose al partido más fuerte, PES, que lidera ahora una lenta caída en popularidad. Últimos sondeos de CEDEM de octubre de 2025 muestran a ZBCG en segunda posición con un 23,5%, superando al PES, que cae al 20,3%. Mientras tanto, la oposición DPS mantiene el primer lugar con un 25,8%.
Vujović explica que, con este cambio, Mandić disfruta de la ventaja dentro de la coalición gobernante para postularse como primer ministro en las elecciones de 2027, desplazando a PES de su posición dominante. Este viraje se debe a la estrategia planificada de Mandić y sus aliados para debilitar a PES y fortalecer su poder político y capacidad de negociación.
El analista advirtió que si Mandić llega a primer ministro, Montenegro podría enfrentar un cambio radical en su política interna y externa. La nación sería vista como “el caballo de Troya de Belgrado y Moscú”, lo que podría poner en pausa o complicar el proceso de adhesión a la Unión Europea.
“El legitimismo internacional de Montenegro estaría en entredicho. Algunas naciones europeas podrían retrasar o bloquear la ratificación del acuerdo de adhesión, ante un gobierno liderado por aliados de Putin”, señaló Vujović.
En el ámbito nacional, se anticipa un desplazamiento del poder hacia estructuras cercanas a Serbia y la Iglesia Ortodoxa Serbia (SPC). La política cultural e identitaria se orientaría hacia una revisión del actual estado montenegrino, promoviendo el concepto del “mundo serbio” y una rehabilitación simbólica de figuras relacionadas con el movimiento chetnik.
Los medios públicos y la educación, según Vujović, reforzarían narrativas que niegan la identidad montenegrina, con un aumento de la presión sobre medios críticos y una fuerte vinculación del poder político con redes criminales serbias. El modelo de gobierno copiaría el estilo autoritario y clientelista del partido de Aleksandar Vučić en Serbia, con control total sobre la justicia y la seguridad.
Esta “captura del Estado” incluiría la consolidación de Mandić como líder hegemónico y un crecimiento de la dependencia económica y política de Montenegro respecto a Serbia y Rusia. La inversión extranjera y la fuga de talento profesional serían las primeras víctimas.
Por su parte, PES enfrenta una crisis interna significativa. Inicialmente la fuerza dominante, ha sido debilitado por tensiones dentro de la coalición y campañas planificadas desde aliados políticos y serbios. Su apoyo ha caído del 30-40% antes de 2023 a cifras entre 16 y 20%, acercándose a una posición marginal si no cambian sus alianzas.
Según Vujović, este desgaste se debe también a la falta de un perfil político claro y a la resistencia de parte de su liderazgo a distanciarse de Mandić. Esta indecisión los expone a presiones tanto internas como externas.
En el escenario opositor, el Partido Democrático Socialista de Montenegro (DPS) está activo preparándose para las próximas elecciones con protestas y actividades de base, aunque todavía sin capacidad real para cambiar el gobierno. Los demócratas mantienen un nivel estable cercano al 10% y la formación Ura enfrenta problemas por su aislamiento político.
Geopolítica, identidad y riesgos para la UE
El análisis de Vujović pinta un panorama donde Montenegro es clave en la lucha geoestratégica entre la Unión Europea, Rusia y Serbia. Existe un plan coordinado para transformar la identidad montenegrina desde dentro y usarla como plataforma de influencia para Belgrado y Moscú. Este proceso incluye operaciones mediáticas, presión institucional y cultural que podrían ralentizar la adhesión europea y comprometer la soberanía estatal.
“La narrativa del ‘mundo serbio’ no es solo nacionalista, es un instrumento para crear una realidad política en la que Serbia y Rusia mantienen un control prolongado sobre Montenegro,” concluye Vujović.
La UE observa con cautela y exige mecanismos sólidos para supervisar el proceso de integración y evitar que Montenegro se convierta en un “caballo de Troya” en los Balcanes. La incertidumbre política y los movimientos en los próximos años serán decisivos para el futuro del país y su relación con la comunidad europea.
































