La inversión en la industria manufacturera del Reino Unido se desplomó en los últimos meses, un duro golpe para la canciller Rachel Reeves a semanas de presentar su segundo Presupuesto el 26 de noviembre.
Según datos publicados por la patronal Make UK, el gasto en planta y maquinaria cayó desde un máximo en la última década, situándose en su cifra más baja desde 2017. La intensidad de inversión, como porcentaje de la facturación, bajó del 8,1% al 6,8%.
Esta caída refleja la creciente incertidumbre empresarial por cambios constantes en la política fiscal. Make UK calificó el momento como un “punto crítico” para el sector y advirtió que miles de millones de libras en inversiones esenciales se están posponiendo, poniendo en riesgo el crecimiento económico.
“Necesitamos un presupuesto que no solo mantenga los incentivos actuales, sino que los refine para acelerar tecnologías e innovación,” señaló Fhaheen Khan, economista senior de Make UK.
Reeves, del Partido Laborista, enfrenta presión porque la industria teme que, para tapar un déficit fiscal reportado de £30.000 millones, se puedan subir impuestos sectoriales o eliminar beneficios fiscales. Labor ya descartó aumentos en impuestos generales como renta, VAT o seguro nacional, pero no se descartan medidas específicas.
Mike Thornton, jefe de fabricación en RSM UK, afirmó que aunque los fabricantes mantienen cierto optimismo, necesitan “una mano amiga del gobierno, no más impuestos”, para poder transformar y crecer.
El sector manufacturero representa alrededor del 9% de la economía británica pero ha sufrido su caída más rápida en cinco meses, afectado por costes energéticos altos y presiones comerciales internacionales.
Por su parte, la City of London Corporation pidió eliminar el impuesto bancario y el recargo que sumaron £1.800 millones el año pasado, y sugirió eliminar el impuesto a las operaciones bursátiles. También aconsejó fomentar que trabajadores inviertan en empresas del Reino Unido vía planes de inversión en el lugar de trabajo.
El mundo empresarial estará atento el 26 de noviembre, buscando señales claras sobre cómo Reeves combinará la austeridad fiscal con su estrategia para revitalizar la industria británica.


































