La recuperación económica tras la Dana en la provincia de Valencia avanza pero sigue marcada por grandes diferencias entre sectores, alerta la Confederación Empresarial de la Comunitat Valenciana (CEV) tras un año del desastre.
El PIB de la zona cayó un 2,8% en el cuarto trimestre de 2024, un impacto que borró casi cuatro puntos en un trimestre y más de 15 anualizados, comparable solo con las peores etapas de la crisis de 2008 y la pandemia. Sin embargo, el efecto rebote de 2025 y las inversiones en reconstrucción lograron que la actividad económica supere ya los niveles previos a la catástrofe.
En términos microeconómicos, la recuperación alcanza un 90% en promedio, pero el sector primario es el más golpeado con solo un 60% y hasta un 15% de explotaciones agrarias que no podrán volver a operar. El comercio minorista y la hostelería siguen con cierres significativos, especialmente en municipios como Massanassa, donde más de la mitad de los comercios siguen sin abrir.
La hostelería recupera un 80% de su actividad y el transporte ronda el 90%. La industria se mantiene como la tabla de salvación, con sectores como la química (99%) o la madera y el mueble (90%) casi al nivel pre-Dana. Pero en las pymes agroalimentarias y del metal persisten cierres importantes.
Sobre las ayudas, la CEV reconoce una rápida movilización privada al inicio, antes de que llegaran las públicas que han sido insuficientes y demasiado burocráticas. Del total de 16.600 millones aprobados por el Estado, solo han llegado ayudas directas por 475,5 millones, menos del 3% del presupuesto, mientras que la Generalitat Valenciana ha centrado la mayoría de sus recursos en familias en lugar de empresas.
Las líneas ICO-DANA, con 5.000 millones asignados, apenas se han usado en un 14%, y el sector del transporte denuncia falta total de apoyo. Pymes y autónomos critican trámites lentos y complejos que bloquearon la llegada efectiva de los fondos.
En infraestructuras, la CEV reclama acelerar obras pendientes, sobre todo en hidráulica, saneamiento y accesos urbanos, y pide que se diseñen sistemas resistentes al cambio climático para evitar nuevas catástrofes y proteger la competitividad regional.
“Las empresas necesitaban ayudas directas, no más endeudamiento. La burocracia ha sido un cuello de botella para la recuperación”, señala la patronal.

































