Donald Trump volvió a negar un video que le resulta incómodo, acusando falsamente que el expresidente Ronald Reagan fue manipulado con inteligencia artificial para criticar los aranceles.
El origen está en un anuncio del gobierno canadiense que reproduce imágenes reales de Reagan alertando sobre los efectos negativos de imponer aranceles excesivos en Estados Unidos. El mensaje enfureció a la Casa Blanca, que reaccionó presionando a la Ronald Reagan Foundation para que desautorizara el anuncio, a pesar de que todas las frases usadas son citas auténticas del 40º presidente.
Trump acudió a Twitter y a declaraciones públicas para afirmar que el vídeo era falso y que habían usado tecnología avanzada para alterar la voz y las imágenes de Reagan, quien según él, apoyaba los aranceles. Sus afirmaciones no tienen sustento: el material se basa en discursos y grabaciones públicas fácilmente accesibles en plataformas como YouTube.
Expertos y usuarios en redes, incluidos conservadores, rechazaron la versión de Trump. El comentarista Richard Hanania citó texto y video para señalar que las críticas de Reagan a los aranceles están documentadas y que Trump está simplemente mintiendo sobre otros para desviar críticas.
En el fondo, esta disputa se pone en el contexto de la base MAGA, donde la desinformación y la negación de hechos son moneda corriente. Varios usuarios apuntaron que Trump sabe que sus seguidores suelen no verificar estas imágenes y mensajes, lo que le permite continuar con su narrativa sin importar la verdad.
Este episodio abre otro capítulo en la larga lista de desmentidos que rodean a Trump, quien mantiene una realidad alternativa donde las críticas y los datos que no le favorecen son “falsos” o manipulados.
En Reino Unido, esta historia recuerda la creciente desconfianza hacia la verdad política y cómo las figuras públicas internacionales influyen en narrativas que cruzan fronteras, impactando en debates sobre comercio y política exterior.
El uso de imágenes reales y discursos históricos en publicidad política levanta discusión sobre el poder y los límites de la edición digital, pero en este caso, los hechos parecen claros e innegables: Reagan sí criticó los aranceles, y no fue gracias al software, sino a sus propias palabras.


































