En Río Negro, mientras miles de pacientes esperan horas en hospitales saturados y con falta de médicos y medicamentos, el gobierno provincial inauguró una moderna sede sustentable para la Secretaría de Energía y Ambiente en Cipolletti.
El edificio, con vidrios espejados, paneles solares y climatización eficiente, impacta por su diseño de primer nivel, pero evidencia una profunda desconexión con la crisis sanitaria que atraviesa la provincia. Los hospitales públicos no solo sufren escasez de insumos básicos; el personal médico está exhausto física y mentalmente, y muchas veces los pacientes deben ser derivados a otras localidades por falta de especialistas.
La construcción, financiadacon fondos públicos provenientes de impuestos que pagan todos los rionegrinos, ha generado un fuerte rechazo entre trabajadores de la salud y ciudadanos. Los recursos que deberían garantizar servicios esenciales como salud, educación y seguridad se ven desviados para obras que, aunque “modernas”, no alivian la urgencia social.
Fuentes vinculadas al sector salud denuncian que la inauguración fue aprovechada para una sesión de fotos políticas que nada aportan a la solución de un sistema colapsado. “Mientras ellos festejan el nuevo edificio, nosotros seguimos sin insumos y personal”, dijo un empleado hospitalario que pidió reservar su nombre.
Especialistas en gestión pública advierten que la “modernización” del Estado debe centrarse en eficiencia y austeridad, no en construir “lujos para la burocracia”. El contraste entre el confort institucional y la precariedad sanitaria expone una falta de prioridad que alimenta la crisis social y política en la provincia.
El nuevo edificio de la Secretaría no es el problema en sí, admiten algunos, sino el símbolo de una clase dirigente que prefiere cuidar su imagen antes que resolver las necesidades básicas de sus ciudadanos. La pregunta que queda abierta es qué tan sustentable puede ser un Estado que invierte en su apariencia mientras la salud pública colapsa.


































