El huracán Melissa golpeó con fuerza letal el Caribe esta semana, dejando un saldo dramático en Jamaica, Cuba y Haití. Con vientos que superaron los 300 km/h, la tormenta de categoría 5 arrasó la isla jamaicana el miércoles 29 de octubre, destruyendo viviendas y derribando líneas eléctricas.
En Montego Bay, Alfred, un hombre de 77 años, describe la tormenta como un desastre imposible de olvidar.
“El agua subió hasta mis caderas y en solo diez minutos estaba a la altura de mi cuello”
Perdió el techo de su casa y ahora intenta limpiar los restos con pocas herramientas. “Quiero olvidar y que todo vuelva a la normalidad”, dijo.
Las imágenes y testimonios desde Jamaica muestran calles anegadas, rutas bloqueadas por escombros y hogares destruidos. La mayoría de los habitantes del norte permanecen sin electricidad desde el paso de Melissa.
El huracán bajó a categoría 2 cuando llegó al este de Cuba, pero no redujo la intensidad del daño. En Santiago de Cuba, los vecinos narran cómo tuvieron que refugiarse al colapsar los techos. Una residente dijo:
“Tuve que esconderme en un armario y salir corriendo cuando el techo se cayó”
La devastación también alcanza a las zonas rurales; un agricultor perdió su finca, abasto, animales y dice no poder trabajar por semanas o meses. “Me senté al borde de la carretera para recuperar fuerzas”, comenta.
En Haití, las lluvias torrenciales asociadas a Melissa causaron al menos 25 muertes y 10 desaparecidos, según informes locales. El país sufre además por la vulnerabilidad de sus infraestructuras, agravando el impacto del desastre.
La devastación en estas tres naciones destaca la furia destructiva del ciclón, con miles de personas desplazadas, infraestructuras dañadas y meses por delante para la recuperación.
No se reportan datos de daños materiales o víctimas en otras partes del Caribe, pero la alerta sigue activa por posibles lluvias y vientos fuertes mientras Melissa se disipa.


































