Carlos III ha impuesto una decisión histórica al retirar oficialmente todos los títulos y honores reales al príncipe Andrés, duque de York, segunda generación directa de la reina Isabel II. El comunicado emitido desde Buckingham Palace confirma que el hijo de Isabel II ya no ostentará la dignidad de “Alteza Real”, ni el título ducal, quedando únicamente identificado por su nombre civil, Andrew Mountbatten-Windsor.
Esta determinación, que según medios británicos se ejecutó sin resistencia del aludido, responde a mandatos reales firmados por el rey Carlos III a través del Lord Canciller. Se trata de un movimiento unilateral del soberano, sin intervención del gobierno británico ni influencia de otros miembros de la familia real, incluido el príncipe Guillermo, heredero al trono.
Andrés pierde Royal Lodge y se traslada a Sandringham
De inmediato, el duque de York debe dejar Royal Lodge, la emblemática residencia de 30 habitaciones situada en el Windsor Great Park. Andrés residía allí con su exesposa, Sarah Ferguson, desde 2003 gracias a un contrato de arrendamiento especial que le garantizaba protección legal y seguridad. Ahora esa concesión ha sido revocada y Palacio advierte que deberán desalojar la propiedad “lo antes posible”.
Andrés se trasladará a una vivienda privada ubicada en la finca real de Sandringham, en Norfolk, a unos 180 kilómetros al noreste de Londres. Sandringham es una de las residencias oficiales de la monarquía y fue el hogar de la madre de Isabel II hasta su muerte en 2002. La propiedad no solo incluye la mansión principal, sino también una casa para el jardinero, seis casas para el personal y alojamiento para el equipo de seguridad. El mantenimiento de esta finca correrá íntegramente a cargo del rey Carlos III.
Sarah Ferguson, también despojada recientemente de sus títulos oficiales, deberá buscar otro lugar donde vivir. No se ha confirmado si acompañará a Andrés en Sandringham. Varias fuentes como Sky News y Daily Mail subrayan que el movimiento viene directamente de la corona y sus asesores, sin influencia externa.
Beatriz y Eugenia mantienen sus títulos pese a la medida
Una excepción a esta purga real son las hijas de Andrés, las princesas Beatriz (37) y Eugenia (35), quienes conservarán sus títulos de “Altezas Reales”. Esto se debe a las Letters Patent emitidas por el rey Jorge V en 1917, que otorgan estos privilegios a los descendientes directos de un hijo del monarca reinante. La medida apunta a proteger el estatus de las nietas de Isabel II, evitando un efecto colateral sobre futuras generaciones.
Motivos y contexto detrás de la medida de Carlos III
Si bien Buckingham Palace no menciona explícitamente las causas detrás de la suspensão, el comunicado destaca que esta acción es “necesaria” a pesar de que Andrés continúa rechazando las acusaciones que vinculan su nombre con la red criminal de Jeffrey Epstein. La referencia a estos cargos —que incluyen acusaciones de abuso sexual contra menores— mantiene la sombra sobre su imagen pública y la reputación de la Familia Real.
“Los pensamientos y la máxima solidaridad de sus Majestades están y permanecerán dedicados a las víctimas y sobrevivientes de cualquier forma de abuso”, concluye la nota oficial.
Desde hace años, el duque de York intentó mantenerse alejado del foco público y su rol en actividades oficiales se ha visto severamente reducido. Este paso materializa la separación definitiva de Andrés del papel activo en la monarquía y marca un antes y un después para la corona bajo el reinado de Carlos III.
Implicaciones para la monarquía británica y la línea sucesoria
La acción de despojar a un royal de su cargo sigue un precedente histórico muy limitado y representa el esfuerzo del nuevo rey por limpiar la imagen de la institución y distanciarla de escándalos que afectan su credibilidad. La noticia llega en un momento sensible, tras la muerte de Isabel II y la consolidación de Carlos III en el trono.
El traslado de Andrés a Sandringham, residencia tradicionalmente familiar pero en un entorno privado y discreto, simboliza esta relegación definitiva. La gestión de su seguridad y gastos correrá por cuenta del monarca, pero sin reconocimiento oficial como miembro activo de la casa real.
Mientras tanto, el mantenimiento del estatus de sus hijas suaviza las críticas y evita fracturas entre los descendientes directos que aún participan en la vida pública y ceremonial. Beatriz y Eugenia seguirán apareciendo con su rango intacto, manteniendo vinculaciones simbólicas con la corona a pesar del ostracismo impuesto a su padre.
Escenario futuro y próximos pasos
Por ahora, se desconoce el destino exacto de Sarah Ferguson, pero la ruptura en la convivencia en Royal Lodge es casi un hecho. No está claro si adoptará una residencia en Sandringham o preferirá una ubicación independiente fuera de las propiedades reales.
La desaparición de Andrés de la vida pública implica que no podrá participar en eventos oficiales ni representaciones del Reino Unido, un golpe contundente para un miembro que antes ocupaba un lugar importante en la familia real.
Palacio mantiene la confidencialidad sobre detalles logísticos del traslado y otros acuerdos vinculados a este cambio, pero la señal del rey es inequívoca: el duque de York debe pagar un precio por las controversias que han empañado la corona y avanzar hacia un nuevo capítulo para la institución bajo su reinado.
 
						
									


































 
					 
								
				
				
			 
							 
							 
							 
							 
							 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				