Quince años después de los atentados del Bataclan, la mayoría de los yihadistas que participaron o fueron vinculados están hoy libres o próximos a salir de prisión, según un nuevo informe de Europe 1. El regreso de estos individuos pone en alerta a los servicios de inteligencia, que siguen sin poder confirmar quiénes se han arrepentido y quiénes aún suponen un peligro real.
Entre ellos está Reda Hame, detenido en 2015 tras regresar de Siria. Reclutado y entrenado por el belga Abdelhamid Abaaoud, coordinador de los atentados del 13 de noviembre, fue enviado a Francia para cometer un atentado en una sala de conciertos. Condenado en apelación a 14 años de cárcel en 2021, gracias a las rebajas de pena podría salir bajo liberación condicional en poco tiempo.
En prisión, Hame intentó lavar su imagen. Un informe penitenciario señala que ya no exhibe adhesión a la ideología violenta ni parece un riesgo para actuar. Pero los expertos advierten que perfiles como el suyo resultan ambivalentes y a veces manipuladores. Antes de su viaje a Siria, incluso trabajó en una filial de Airbus y obtuvo habilitación de secreto de defensa como técnico informático, mostrando su habilidad para mezclarse en cualquier entorno.
Hasta un 60% de los yihadistas liberados parecen distanciarse de su pasado, pero queda un sector importante con señales contradictorias y difícil evaluación. A solo dos semanas de las conmemoraciones del 13-N, el estado francés se enfrenta a un dilema: cómo vigilar a quienes ya cumplieron condena pero cuya verdadera intención sigue siendo un misterio.
Muchos de los implicados directos en los ataques ya murieron o permanecen en prisión. Pero los remanentes y retornados forman una generación que desafía la capacidad de prevención del Estado. El caso de Reda Hame es un ejemplo representativo de un perfil complejo, que puede mezclarse en la sociedad y pasar desapercibido, mientras oculta peligros potenciales.
A medida que el recuerdo del 13 de noviembre sigue fresco, la pregunta persiste: ¿quién está realmente arrepentido y quién conserva la voluntad de volver a la violencia? La respuesta se mantiene evasiva para las autoridades y la sociedad francesa.
 
						
									


































 
					 
								
				
				
			 
							 
							 
							 
							 
							 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				