King Charles III ha ordenado retirar todos los títulos restantes a su hermano, el ex príncipe Andrew, y le ha revocado el derecho a vivir en la residencia real Royal Lodge, ubicada en Windsor. Buckingham Palace anunció la medida el jueves en un comunicado breve y sin ofrecer apoyo ni negar las acusaciones en su contra.
Andrew, de 65 años, sigue negando las múltiples denuncias por abuso sexual vinculadas a Jeffrey Epstein, el financiero condenado y acusado de tráfico sexual. Entre las víctimas figura Virginia Giuffre, quien lamentablemente se suicidó en abril tras años de lucha. El peso de ese escándalo, junto a la reciente filtración de una foto que lo muestra como anfitrión en Royal Lodge de Epstein, su pareja Ghislaine Maxwell y el productor Harvey Weinstein —también condenado por delitos sexuales— han acabado por hundirlo dentro de la familia real.
La decisión real se interpreta como un paso definitivo para aislar a Andrew y limpiar la imagen de la corona, que ya sufría daños por su vinculación con Epstein. Fuentes consultadas consideran que esta pérdida completa de privilegios golpea al ex príncipe en el que hasta ahora era el último refugio: sus títulos y su residencia oficial.
En redes sociales, la decisión ha generado una mezcla de alivio, escarnio y demandas para que la policía metropolitana del Reino Unido intensifique su investigación. Algunos usuarios subrayan la ironía de que la justicia parece más clara ahora que Andrew no goza de ningún estatus real. Otros critican que haya tenido que pasar tanto tiempo y daño para que la monarquía actúe con esta contundencia.
“Es justo lo que debía pasar, Andrew ha avergonzado a la corona y al país”, dijo Ed Davey, líder liberal demócrata.
Mientras tanto, la familia de Virginia Giuffre ha expresado su orgullo por ella, una mujer común que logró lo que muchos consideraban imposible: hacer caer a un miembro de la realeza. Su hermano y cuñada calificaron su lucha de “extraordinaria”.
La medida deja a Andrew identificado oficialmente como Andrew Mountbatten-Windsor. Además de perder su título de príncipe, debe abandonar Royal Lodge, una residencia que históricamente ha sido punto clave en la vida de la familia real británica.
La presión pública continúa al alza, y ahora la expectativa recae en si la policía metropolitana retomará con fuerza la investigación sobre Andrew por las numerosas acusaciones por delitos sexuales, que hasta el momento no han prosperado judicialmente.
Se trata del capítulo más duro para la monarquía desde que Jeffrey Epstein salpicó a varios de sus miembros, marcando un antes y un después en la percepción pública del sistema real del Reino Unido.
 
						
									


































 
					 
								
				
				
			 
							 
							 
							 
							 
							 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				 
				